El diario El Espectador publicó la columna de Klaus Ziegler en la que pretende “refutar” las objeciones que desde diversos medios, Voto Católico Colombia incluido, y muchos padres de familia de jóvenes afectadas por las vacuna, han puesto al esquema de vacunación contra el VPH. El artículo puede resumirse en una enorme falacia de “hombre de paja”, pues el autor omite referirse a los argumentos que se levantan contra la vacunación si no que caricaturiza a los objetores, para refutar la parodia que él mismo ha levantado.
Según el columnista:
Por fortuna, la valiente campaña de vacunación iniciada por el Ministerio de Salud ha continuado pese a quienes, aprovechando el río revuelto, se valen de sofismas para incitar a las buenas familias católicas a rechazar “la vacuna del pecado”, exponiendo así a miles de mujeres a padecer la aterradora tragedia del cáncer. Años atrás, en plena pandemia del sida, aquel purpurado virginal, aunque ducho en condones, Alfonso López Trujillo, ponía en riesgo la salud de millones de jóvenes después de recomendar ante los micrófonos de la BBC no utilizar jamás el preservativo por haberse probado ineficaz como protección contra el VIH: ¡una mentira criminal!
Ziegler considera “valiente” la campaña del Ministerio de Salud para vacunar por la fuerza a las niñas de todo el país, con presiones y engaños, y ante todo, ocultándolo a los padres de familia. Para él, es “valiente” un Estado que viola los derechos humanos, reconocidos a nivel nacional e internacional, de los padres de familia a decidir y consentir sobre la aplicación de las vacunas a sus hijos.
Lo peor es que el columnista reconoce los hechos que han motivado las denuncias y el temor de los padres de familia, al punto de decir
La situación, en mi opinión, exige una investigación exhaustiva del Ministerio de Salud, como se ordenó en su momento en Japón y Francia, donde llegaron a documentarse graves trastornos de las funciones cognitivas y hasta enfermedades de origen autoinmune (las autoridades sanitarias japonesas no recomiendan hoy la vacuna contra el VPH, aunque la ofrecen de manera gratuita a quien la solicite).
¿Acaso es algo distinto a lo que piden los padres de familia? El gobierno japonés decidió suspender las vacunaciones y desaconsejarlas, aunque la proveen a quien decida asumir el riesgo de aplicársela, y en Francia se ha reconocido el vínculo entre la aplicación de la vacuna Gardasil y daños en el sistema nervioso central de la joven Marie-Océane Bourguignon, que ha perdido la movilidad en sus piernas. Al llegar a este punto, parecería que el autor está totalmente de acuerdo con nosotros, y lo único que lo mueve es la falacia ad hóminem de que a priori, para él, una persona religiosa jamás podrá tener la razón.
Por eso es que vemos a un defensor del conocimiento científico, argumentando a partir de imposturas que ni siquiera se tomó el tiempo en verificar.
En una cita atribuida al papa León XII, dos siglos atrás, se lee esta admonición: “La viruela es una sentencia de Dios: así, la vacunación es una afrenta al cielo”.
Que bien dice “atribuida”, porque tal cita no se encuentra en ninguno de los documentos del Papa León XII, sino que por el contrario, se ha rastreado su origen de documento en documento hasta hallar su absoluta desconexión con la realidad. Especialmente porque desde 1805 hay registro continuo de que los Papas permitieron la vacunación en los Estados Pontificios.
Pero el quid del asunto radica en la actitud del Ministerio de Salud, al presionar a las menores a vacunase e ignorar vilmente a los padres de familia. El caso de Carmen de Bolívar no ha sido la primera de las denuncias en el país sobre efectos adversos de la vacuna contra el VPH. Estos ya venían de tiempo atrás, desde diversas partes del país, con diagnósticos tan severos como la pérdida de movilidad, y el Ministerio hizo oídos sordos ante los reclamos de los padres de familia. Tuvo que darse un escándalo como el de las 200 menores afectadas en Bolívar, para que el Ministerio bajara de su pedestal a investigar, eso sí, no sin enunciar la hipótesis de la “psicogenia masiva” antes de haber enviado los primeros profesionales a investigar en el lugar.
Nada de esto hubiera pasado, si el Ministerio hubiera informado a los padres de familia sobre la aplicación de la vacuna y las reacciones normales por parte de las menores, y se hubiera enterado por los padres, de algunas condiciones de las menores que desaconsejaban la aplicación de la vacuna. Resulta increíble que alguien que semanalmente gasta la tinta del periódico en defender los avances de la ciencia, considere “valiente” la actitud de un Ministerio que ha consistido básicamente en la negación sistemática de los hechos, por privilegiar los millones que costó el esquema de vacunación por sobre la salud de las niñas colombianas.
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