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miércoles, 9 de mayo de 2018

Doctrina Social de la Iglesia vs. “Doctrina Marxista de la Iglesia”

marx680En Febrero pasado quedamos perplejos con el exabrupto de Mons. Marcelo Sánchez Sorondo, Canciller de la Pontificia Academia para las Ciencias, y artífice del ingreso de la Santa Sede en el movimiento global en favor del control demográfico, quien en una entrevista para Andrés Beltramo, del Vatican Insider dijo “en este momento, los que mejor realizan la doctrina social de la Iglesia son los chinos”. Al poco tiempo veíamos cómo se enardecía la persecución del gobierno comunista chino en contra de los fieles católicos, destruyendo iglesias y prohibiendo la presencia de los menores de edad en oficios religiosos.

Luego de tal despropósito, se entienda que el alma se insensibilice un poco, y la sorpresa haya sido menor ahora que el Cardenal Reinhard Marx ha dicho que “Sin Karl Marx no habría habido Doctrina Social de la Iglesia”.No contento con eso, el arzobispo de Munich y presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, y además miembro del Grupo de Nueve cardenales que dirigen la Reforma de la Iglesia según el programa del Papa Francisco, ha alabado el Manifiesto del Partido Comunista y El Capital, y dicho que “Todos estamos sobre los hombros de Karl Marx”. Como si fuera poco, L’Osservatore Romano, el diario oficial de La Santa Sede, salió a respaldar al Cardenal y en su edición diaria en Italiano del 6 de mayo de 2018 publicó un artículo titulado “Marx a contraluz” en el que dice “La doctrina social católica tiene una importante deuda de gratitud hacia el padre de la doctrina marxista”.

Así las cosas, hay suficientes elementos para afirmar que entre las altas jerarquías católicas hay importantes personalidades que están convencidos que la Doctrina Social de la Iglesia Católica, no es más que la apropiación desde la Fe, de la ideología del comunismo marxista. Podría parecer que estamos haciendo una identidad que no se desprende de las declaraciones del cardenal, pero si por un lado la identidad que afirma el cardenal aleman corresponde al plano de la formulación teórica, la que plantea el obispo argentino va en la dirección contraria y corresponde a la aplicación práctica. De ahí que estén cubiertos todos los flancos, y si un par de ideas coinciden tanto en su formulación teórica como en su aplicación práctica, hemos de pensar que se trata de exactamente la misma cosa.

¡Qué lejos estamos de aquellos tiempos en que los Papas condenaban el Comunismo de forma abierta y directa! Veamos algunos de estos ejemplos, traídos precisamente de documentos que pertenecen al corpus de la llamada Doctrina Social de la Iglesia:

Pero tampoco ignoráis, Venerables Hermanos, que los principales autores de esta tan abominable intriga, no se proponen otra cosa que impulsar a los pueblos, agitados ya con todo viento de perversas doctrinas, al trastorno de todo orden humano de las cosas, y a entregarlos a los nefandos sistemas del nuevo Socialismo y Comunismo. Saben muy bien y lo han comprobado con la larga experiencia de muchos siglos, que ninguna transigencia pueden esperar de la Iglesia Católica, que en la custodia del depósito de la divina Revelación, no permitirá que se le sustraiga un ápice de las verdades de fe propuestas, ni que se le añadan las invenciones de los hombres. Por lo mismo han formado ellos el designio de atraer a los pueblos de Italia a sus opiniones y conventículos protestantes en que, engañosamente les dicen una y otra vez para seducirlos que no deben ver en ello más que una forma diferente de la misma Religión cristiana verdadera, en que lo mismo que la Iglesia Católica se puede agradar a Dios. (Pío IX. Encíclica Noscitis et Nobiscum, 8 de diciembre de 1849)

Desde el inicio de Nuestro pontificado, Nos advertimos para los peligros que por este concepto corría la sociedad civil y pensamos que era Nuestro deber de advertir públicamente a los católicos de los profundos errores que se encubren en las doctrinas del socialismo y de los peligros que de ellas se derivan, no sólo a los bienes externos, sino también a la probidad de las costumbres y la religión. Con este objeto dirigimos la Carta Encíclica Quod Apostolici muneris el 28 de diciembre de 1878.
Pero aumentando día a día la gravedad de estos peligros con detrimento de los intereses privados y públicos, Nos con solicitud acudimos a remediarlo, escribiendo al efecto la Encíclica Rerum Novarum el 15 de Mayo de 1891, en la que tratamos ampliamente de los derechos y deberes, con que las dos clases de ciudadanos, los que aportan el capital y los que aportan el trabajo, deben convenir entre sí. Nos indicamos al mismo tiempo; conforme los preceptos del Evangelio, los remedios que nos han parecido más oportunos, para defensa de la causa de la justicia y de la religión, y dirimir todo conflicto entre las clases de la sociedad. (León XIII, Encíclica Graves de Communi, de 18 de enero de 1901)

Aunque los socialistas, abusando del mismo Evangelio para engañar a los incautos, tengan la costumbre de torcerlo según sus intenciones, con todo, es tanta la diferencia entre sus perversas opiniones de la purísima doctrina de Cristo, que no se puede imaginar una mayor. “Porque ¿qué asociación puede haber entre la justicia y la iniquidad? ¿Y qué consorcio entre la luz con las tinieblas? (2 Cor 6,14). (León XIII. Encíclica Quod Apostolici Muneris, de 28 de diciembre de 1878)

No Nos parece necesario repetir ahora los argumentos que prueban hasta la evidencia lo absurdo del socialismo y de otros semejantes errores. Ya lo hizo sapientísimamente León XIII Nuestro Predecesor, en memorables Encíclicas; y vosotros, Venerables Hermanos, cuidaréis con vuestra diligencia de que tan importantes enseñanzas no caigan en el olvido, sino que sean sabiamente ilustradas e inculcadas, según la necesidad lo requiera, en las asambleas y reuniones de los católicos, en la predicación sagrada y en las publicaciones católicas. (Benedicto XV. Encíclica Ad Beatissimi Apostolorum, 1 de novembro de 1914)

Aun cuando el socialismo, como todos los errores, tiene en sí algo de verdadero (cosa que jamás han negado los Sumos Pontífices), se funda sobre una doctrina de la sociedad humana propia suya, opuesta al verdadero cristianismo. Socialismo religioso, socialismo cristiano, implican términos contradictorios: nadie puede ser a la vez buen católico y verdadero socialista. (Pío XI. Encíclica Quadragesimo anno, n. 120, 15 de mayo de 1931)

El Sumo Pontífice [Pío XI] manifiesta además que la oposición entre el comunismo y el cristianismo es radical. Y añade qué los católicos no pueden aprobar en modo alguno la doctrina del socialismo moderado. En primer lugar, porque la concepción socialista del mundo limita la vida social del hombre dentro del marco temporal, y considera, por tanto, como supremo objetivo de la sociedad civil el bienestar puramente material; y en segundo término, porque, al proponer como meta exclusiva de la organización social de la convivencia humana la producción de bienes materiales, limita extraordinariamente la libertad, olvidando la genuina noción de autoridad social. (Juan XXIII. Encíclica Mater et Magistra, n. 34, 15 de mayo del año 1961)

Y podríamos continuar citando hasta el cansancio más condenas explícitas por parte del magisterio apostólico hacia el Socialismo y el Comunismo y estar seguros de no haber acabado. Sería injusto decir que la Doctrina Social de la Iglesia se ha desarrollado precisamente en oposición al Comunismo, un error debido a la pretensión de restringir el concepto de “Doctrina Social de la Iglesia” al magisterio posterior a la Rerum Novarum de León XIII. Precisamente, la lectura de la Rerum Novarum es bastante transparente en señalar los fundamentos doctrinales en que se basa la respuesta de la Iglesia a “las cosas nuevas”.

Claramente, lo que pretenden algunos obispos de la alta curia vaticana es vender como “Doctrina Social de la Iglesia” algo que es justamente su contrario, su negación, su negativo. Sin embargo, hay que reconocer que esto no es cosa absolutamente nueva y salida de la nada: Se trata de la misma pretensión que tuvo ese movimiento de los años 70 llamado “Teología de la Liberación” que pretendía revestir la doctrina marxista de ropajes religiosos y así vender como Cristianismo lo que no era más que la atea lucha de clases. Las declaraciones de los altas jerarcas sólo vienen a evidenciar que lejos de desaparecer en tiempos de Juan Pablo II, la Teología de la Liberación se limitó a agachar la cabeza y esperar disimuladamente a que pasaran los pontificados conservadores para volver a reaparecer bajo el Papa Francisco.

En efecto, puede verse cómo muchas instituciones de la Iglesia ligadas a la “Pastoral Social”, aún sin entrar en definiciones explícitas o invocaciones abiertas a la Teología de la Liberación sino refiriéndose a la llamada “Doctrina Social de la Iglesia”, a menudo han terminado apoyando o colaborarno en agendas políticas de origen claramente marxista. Por eso no podemos menos que llamar la atención sobre el grave problema que representa el “Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia”, publicado por el Pontificio Consejo Justicia y Paz en tiempos de Juan Pablo II. Contrario a lo que se cree, el Compendio no es un documento magisterial, sino que cada una de las afirmaciones contenidas en el mismo tiene un valor magisterial distinto, relativo a aquel documento de donde el Compendio las esté citando. Así, en el Compendio aparecen desde afirmaciones que pertenecen al magisterio infalible de la Iglesia, hasta aseveraciones coyunturales y abiertamente opinables, e incluso algunas que resultan hasta contradictorias de la enseñanza de los Papas.

En el fondo, el grave problema detrás de este documento, ha sido un progresivo abandono de los fundamentos magisteriales de carácter más metafísico de la Doctrina Social de la Iglesia; justamente aquellos fundamentos tan explícitamente recordados en el corpus magisterial de León XIII, pero que han ido quedando fuera al excluir de la “Doctrina Social de la Iglesia” todos los pronunciamientos de carácter abiertamente social anteriores a la Rerum Novarum. De este modo, cuestiones como el fundamento metafísico de la autoridad política, el Derecho Natural, la justicia consuetudinaria, la constitución cristiana de los Estados y la Realeza Social de Nuestro Señor Jesucristo, han ido quedando por fuera, dejando a la “Doctrina Social de la Iglesia” como un edificio sin cimientos al que cada viento que sople por parte del Mundo lo arrastra de un lado a otro. Por eso es que pueden venir personalidades del episcopado a plantear una identidad entre la Doctrina Social de la Iglesia y su principal contradictor histórico, porque desprovista de sus fundamentos metafísicos, la Doctrina Social de la Iglesia queda reducida a una serie de conceptos que suenan bien, pero que carecen de significado propio.

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