Reproducimos el artículo de Germán Mazuelo-Leytón, publicado originalmente en su blog Agere Contra.
Es importante bajar, estar cerca del pueblo para conocer sus angustias y necesidades afirmó el Obispo de Oruro, Monseñor Cristóbal Bialasik, al final del Te Deum por el 233.º aniversario del alzamiento del 10 de Febrero.
Es imposible que un gobernante de una nación cualquiera pueda ver la realidad sangrante de su país porque vive en un palacio de sueños, rodeado de una cohorte de servidores, en continuos banquetes oficiales. Para trasladarse tiene a la puerta una movilidad blindada, buenos vestidos, viajes de placer, aunque sean por cumplimiento de su deber, mesa bien surtida.
Siempre vive fuera de la órbita, de la realidad de su pueblo, aunque anuncie que se halla bien informado, es imposible que comprenda el hambre, la miseria, la cohabitación obligatoria, la falta de agua, el drama de hallarse sin trabajo, el uso de ropas apolilladas.
Hay acciones que duelen rotundamente. Recuerdo muy bien dos hechos de mal gusto. El primero ocurrió hace algunos años en la Argentina, cuando Carlos Menem era presidente de ese país, quien entreteniéndose a jugar al golf, entre hoyo a hoyo, manifestó sarcásticamente que había que recomendar a los pobres que jugasen al golf.
Esa indignante salida, mereció la respuesta pública del obispo argentino de Viedma, Miguel Hesayne quien recomendó a Menem que pasara de incógnito y visitara los barrios más pobres y miserables, sólo así podría conocer algo de la tragedia de millones de sus súbditos.
El obispo consideró la frase de Menem como el desatino de un delirante, y justamente indignado por la insensibilidad de su presidente añadió: Nadie, nadie que se precie de hombre de bien puede darse el lujo de burlarse de los pobres, menos si es gobernante.
El segundo caso ocurrió en julio de 2013, en Alemania país en el que una oficina de empleo recomendó cosas como no comer carne, poner piedras en la cisterna para ahorrar agua o ir al súper con el estómago lleno.
En los pobres Jesucristo vive y sufre, y tras recordar hechos, ambientes y personas que viven en la más espantosa necesidad, sin remedio, añadió el Prelado: En una Argentina empobrecida y enajenada que día a día está viendo crecer la miseria, no es responsable, ni humano hacer sugerencias que en el fondo no son más que una tomadura de pelo.
Lo que el Prelado afirmó de Menem, podríamos afirmar de todos los presidentes y de todos los políticos más importantes tanto en Argentina como en cualquier otra parte.
El Papa Benedicto XVI, expresó al respecto, lo siguiente:
Ha habido muchos conflictos provocados por la ceguera del hombre, por sus ansias de poder y por intereses político-económicos que ignoran la dignidad de la persona o de la naturaleza. La persona humana aspira a la libertad, quiere vivir dignamente; desea buenas escuelas y alimentación para los niños, hospitales dignos para cuidar a los enfermos; quiere ser respetada y reivindica un gobierno límpido que no confunda el interés privado con el interés general; y, sobre todo, desea la paz y la justicia. En estos momentos hay demasiados escándalos e injusticias, demasiada corrupción y codicia, demasiado desprecio y mentira, excesiva violencia que lleva a la miseria y a la muerte. Estos males afligen ciertamente vuestro continente, pero también al resto del mundo. Toda nación quiere entender las decisiones políticas y económicas que se toman en su nombre. Se da cuenta de la manipulación, y la revancha es a veces violenta. Desea participar en el buen gobierno. Sabemos que ningún régimen político humano es perfecto, y que ninguna decisión económica es neutral. Pero siempre deben servir al bien común. Por tanto, estamos ante una reivindicación legítima, que afecta a todos los países, de una mayor dignidad y, sobre todo, de más humanidad. El hombre quiere que su humanidad sea respetada y promovida. Los responsables políticos y económicos de los países se encuentran ante decisiones determinantes y opciones que no pueden eludir (19-XI- 2011).
Los políticos, durante la época de las elecciones, para cazar votos, se acercan a alguna zona deprimida, pero siempre bien preparada para sus visitas, pero no se dan cuenta ni de lejos, del hambre, de las enfermedades, de la basura, de los animales dañinos, de la carencia de agua, de la electricidad, de servicios sanitarios.
Luego llegan las leyes estatales, casi ninguna de ellas con la intención de arreglar los problemas de los miserables sino de hundirlos más y más, ya que el pobre y el marginado, no inspiran ni compasión, y las leyes van a solucionar problemas económicos de envergadura que si quedan arreglados de algún modo, es sobre el aumento de la miseria de los abandonados, que se salvan las industrias y las empresas estatales, dejando en la cuneta a más obreros que aumentan la desgraciada lista de los sin empleo.
También sí, también a nuestros políticos se les debería recomendar que se disfrazaran y no solo visitaran los suburbios miserables sino que probaran por unos días el vivir en las mismas condiciones en las que vegetan sin futuro la mayoría de sus paisanos.
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