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martes, 26 de abril de 2016

Despotismo y «socialismo espiritual», por Germán Mazuelo-Leytón

Reproducimos el artículo de Germán Mazuelo-Leytón publicado originalmente en su blog en Adelante la Fe.

La «Carta de la Tierra» incubada en las Naciones Unidas desde 1997 y, lanzada el año 2000 después de su discusión durante 8 años en una cincuentena de países, junto a la «Declaración universal del bien común de la madre tierra y de la humanidad», -emanada ésta de la «Primera Conferencia Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático y Derechos de la Madre Tierra» que se verificó entre el 20 y 22 de abril de 2010, en Cochabamba, Bolivia-, no han tenido ni tienen otro fin que resucitar y alentar extintos paganismos, singladura gestada previamente al Quinto Centenario del Descubrimiento de América, y que se fue ejecutando muy particular e incisivamente a partir de 1992, así como implantar una «Iglesia ecuménica mundial» al servicio de un «Nuevo orden mundial», (democracia sociocósmica en expresión del ex presbítero Leonardo Boff), o dicho en otras palabras un «socialismo espiritual», mediante dicho sistemático y maligno proyecto de regreso a la idolatría y el paganismo.

Así lo afirmaba el delirante Leonardo Boff, promoviendo la agenda anti-cristiana delNuevo Orden Mundial:

«Cuanta más diversidad mejor. Lo mismo con las culturas. Cuantas más expresiones religiosas, más facetas de Dios. Que se manifiesta de mil maneras; (…) todos somos hermanos y hermanas a raíz de eso. Nosotros lo sabemos por bagaje científico, San Francisco lo sabía. Lo mismo un gusano que un chimpancé que nosotros. Todos hermanos o primos hermanos. Tal vez el chimpancé tiene escondidos los 2 genes que lo diferencian del ser humano, tal vez es el futuro del humano».

Un despótico lavado de cerebro, para sustituir el Decálogo, por la ideología nuevaerista, ecologista, humanista, inmanentista y panteísta, que busca erradicar la idea de Dios:

«Hay que ayudar a la humanidad a cambiar la visión antropológica del hombre. Se necesita hacer la transición de la idea del hombre como rey de la naturaleza a la convicción que el hombre forma parte de ella. Necesitamos encontrar un nuevo paradigma que reemplace los vagos conceptos antropológicos. Esos nuevos conceptos se deberán aplicar a todo el sistema de ideas, a la moral y a la ética, y constituirán un nuevo modo de vida. El mecanismo que usaremos, será el reemplazo de los Diez Mandamientos, por los principios contenidos en esta Carta o Constitución de la tierra» (Mijail Gorvachov).

Dijo D. Plinio Corrêa de Oliveira:

«Existe una raíz común en el liberalismo y el despotismo. ¿Qué despotismo? Las cuestiones de tono político no interesan. Sea su bandera parda, roja, negra, es siempre el despotismo. Y si ese despotismo fuere blando, benigno, suave, aun así, será siempre despotismo.

El socialismo de hoy, como el nazismo de ayer, como anteayer el liberalismo, ostenta mil rostros, sonríe con una cara a la Iglesia, amenaza con la otra, y hace discursos contra ella aún con otra.

Contra este nuevo socialismo, como otrora contra el liberalismo, la actitud de los católicos en el mundo entero, pero sobre todo en Europa, sólo puede ser una: combate decidido, franco, inflexible, valiente»1.

Un gobernante (monarca, dictador, asamblea, etc.) por el principio mismo de su soberanía puede ser despótico o absoluto2, en definitiva, un solo hombre, o entidad, que manda sin otra regla que su voluntad y capricho. Un ejemplo de esto es Cuba que en estos días verifica el VII Congreso del Partido Comunista de la isla cárcel, con asambleas de interminable verborrea, y no pocos interminables vítores y aplausos, para aparentar un debate participativo y democrático, y que no obstante, todo el mundo sabe que el resultado de las votaciones y los debates ha sido decidido de antemano por los déspotas Fidel y Raúl Castro.

La izquierda tiene su propia impronta: despótica, liberticida y cínica, y al mismo tiempo falaz cuando muestra una falsa participación. Decide la asamblea, pero ésta decide lo que le ordena el despótico jefe.

El título de déspota, ha adquirido una connotación negativa en las últimas dos centurias.

Así, hoy en día podemos constatar la existencia y el ejercicio de una gama de despotismos, desde políticos en ejercicio del poder en los Estados, hasta los organismos supranacionales como el BID, la Unión Europea, el FMI, la ONU, ésta última con sus diversas reparticiones como el Fondo de Población, la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, Unicef, la Organización Mundial de la Salud y ONU Mujeres entre otras, que imponen ideologías y prácticas a los Estados, especialmente a los del Tercer Mundo, condicionando ayudas financieras y relaciones diplomáticas»3, que éstos a su vez las ejecutan cambiando la mentalidad de las personas a través de sus sistemas educativos y los medios de comunicación social para luego con las leyes emanadas de sus «parlamentos» modificar las conductas.

El jesuita Francisco Suárez, conocido como Doctor Eximius explana:

«Los teólogos distinguen dos clases de tiranos; uno es aquel que, no con justo título sino por la fuerza e injustamente se apodera del reino, el cual por cierto no es rey ni señor, sino que ocupa el lugar de éste y lleva sólo su sombra; el otro es aquel que siendo verdadero señor y poseyendo el reino con título justo, reina tiránicamente por el uso que hace del poder y del gobierno, porque todo lo vuelve al bien propio; despreciado el bien común, o aflige injustamente a los súbditos, despojando, matando, pervirtiendo y perpetrando otras cosas semejantes públicamente y con frecuencia, injustamente».4

¿No ha sido acaso la doctrina católica la que condenó el despotismo de los poderes arbitrarios, enseñando a los reyes a ser padres de sus pueblos?

El Doctor Angélico enseñó:

«Dios permite que haya tiranos, para castigar los pecados de los súbditos, y en tal caso se llama ira de Dios».5

Así, Dios permite los innumerables males socio-políticos que hoy aquejan a nuestra sociedad como castigos medicinales. Castigos espirituales para males espirituales, por lo tanto tampoco habrán remedios humanos para éstos, sino espirituales también.

«Si contemplamos la historia, nos vemos obligados a constatar a menudo la frialdad y la rebelión de cristianos incoherentes. Como consecuencia de esto, Dios, aun sin faltar jamás a su promesa de salvación, ha tenido que recurrir con frecuencia al castigo». 6

Mirando también a la Santa Iglesia de Dios, uno no quisiera encontrar la ira del Cielo, ante las tendencias despóticas en los sacerdotes, órdenes y congregaciones religiosas, asociaciones de apostolado seglar, obispos, y en el Papa mismo. Pero la realidad nos muestra lo contrario. Un anterior obispo de mi diócesis de origen, hablaba tanto de la opción por los pobres, pero sus actitudes eran tan arrogantes y autoritarias -especialmente con quienes consideraba «católicos de Trento»- que su autoritarismo desdecía su «opción».

El ensañamiento en contra de los Franciscanos de la Inmaculada, y particularmente en contra de su Fundador el Padre Manelli; la destitución del Obispo de Ciudad del Este, Monseñor Rogelio Livieres (RIP) ¿han sido medidas disciplinarias o persecutorias? La verificación de los sínodos de 2014 y 2015, ha sido «un ejercicio» de transparente sinodalidad, colegialidad, participación, «¿o se trata más bien del ejercicio de una forma de gobierno autoritario sobre la Iglesia, al margen de la Tradición, y en función de caprichos particulares?».

Germán Mazuelo-Leytón


1 CORREA DE OLIVEIRA, PLINIO, Falsa alternativa despotismo-anarquía

2 Cf.: ROYO MARÍN OP, ANTONIO, Teología moral para seglares, I.

3 Cf.: ROSELLA Eugenia, y SCARAFFIA Lucetta, Contra el cristianismo. La ONU y la Unión Europea como nueva ideología, Cristiandad, Madrid 2008.

4 SUÁREZ, Defensio fidei, lib. 6, c. 4, Nº 1.

5 DE AQUINO, Santo TOMÁS, De regimine Principum, lib. I, cap. 10.

6 BENEDICTO XVI, Homilía inauguración de la XII Asamblea Ordinaria del Sínodo de Obispos, 5-10-2008.

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