Reproducimos la columna de Monseñor Darío de Jesús Monsalve, Arzobispo de Cali, publicada originalmente en el sitio web de la CEC.
Escrito por: Darío de Jesús Monsalve Mejía - El mundo occidental y los creyentes en particular, consideramos el Nacimiento y la vida de Jesucristo como punto de llegada de la historia anterior y punto de partida hasta nuestros días. El mismo lenguaje latino (NATI-VITAS: Natividad, Navidad), puso de presente que el acontecimiento llamado JESUCRISTO transformó el sentido de la vida humana: es "El Nacer de la Vida", como un acontecer dentro del tiempo y el espacio, en cada persona. Ello se hace más evidente cuando no sólo hablamos de "Nacimiento" sino de "ENCARNACIÓN", contemplando el MISTERIO DE LA NATIVIDAD DE CRISTO, vale decir, el significado salvífico del acontecimiento para toda existencia, para toda carne humana. "Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros" (Juan 1,14).
Este significado, desde la fe, es el de un reengendrar la vida humana, haciendo de todo ser humano un "adoptado" por Dios en Jesús y, a la vez, una "existencia solidaria" con sus semejantes, por el vínculo interior, espiritual, con el "Dios Humanado". Hijo, Hermano, Cuerpo, son las principales cualidades que el Amor de Dios, manifestado en la Encarnación de su Hijo Jesús, produce en la conciencia del creyente. Allí se genera, no sólo una espiritualidad, sino también una dignificación de la persona, de su auto-estima y la estima de los demás, de su conducta y sus propósitos, de su vivir temporal y su muerte biológica: ellos son espacio, tiempo y procesos para que se geste el "hombre nuevo" según Jesús, según Dios mismo.
En estos tiempos VIVIMOS UNA REBAJA DE LO HUMANO: se considera que la vida humana, cuando no puede gozar ni es capaz de producir se vuelve indigna o se la puede convertir en "chatarra biológica"; se somete la vida humana a la "magia de las armas" para pretender reducir con ellas una persona a un cadáver y a un semejante suyo, hecho también de barro mortal, a un asesino desalmado, muchas veces a sueldo de los "empresarios de la violencia" y de los mercaderes del armamentismo social; se hace de la fuerza y de la "seguridad" una ideología de guerra permanente y de justificación maniquea para aniquilar a los adversarios e imponer modelos económicos que depredan la sociedad y el medio ambiente, en aras del lucro infinito para unos pocos. Son tiempos en los que está en crisis la vida humana como BIEN PERSONAL, como realidad poseída, auto-determinada y vivida por cada persona, porque las personas no son reducibles a "algo" sino que cada una es "alguien".
Es ahí, en esta crisis que sentimos como crecida de homicidios y violencias, como vientos de guerra, disfrazada incluso de falsa paz, como caos de violencias que se entrecruzan y cambian de nombres para generar sometimiento y dependencia en quienes podrían oponérseles, en donde debemos celebrar la Navidad 2013 y abrir el calendario del 2014. Como Pastor católico, sometido al único Buen Pastor que es Jesús, invito a todos, dentro y fuera de nuestra comunidades, a celebrar estas oportunidades que nos dan Dios y la vida, con un desarme interior y de manos, con un rearme moral y del espíritu, con el propósito de construir la DIGNIDAD DE CADA UNO, esa que Dios mismo hace manifiesta en Jesús. La dignidad de cada persona, propósito de la familia, la sociedad, la Iglesia y el Estado, sea el fundamento de nuestra convivencia justa y pacífica.
+ Darío de Jesús Monsalve Mejía
Arzobispo de Cali
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