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martes, 3 de marzo de 2015

Que tiren la primera piedra, por P. Fernando Morales LC

Reproducimos el artículo del P. Fernando Morales LC, sobre el ataque del canal Caracol contra la Iglesia Católica y el papa Benedicto XVI.

P. Fernando Morales Lugo, L.C.Una de las maneras más bajas de agredir a un adversario es divulgar sus fallos; rebuscar en su intimidad hasta encontrar algo suficientemente vergonzoso que sirva para denigrarlo y desprestigiarlo, de modo que todos sus argumentos pierdan credibilidad y quede neutralizado.

Apenas una semana y media después del veredicto contrario a la adopción por parte de parejas homosexuales, el canal Caracol se lanzó a morder fuertemente la yugular de la que, en este caso, fue la principal defensora de los derechos de los niños huérfanos: la Iglesia Católica.

Con gran alegría y lujo de detalles narraron su recopilación de escándalos, de lo más variopinta. Desde pecados sexuales hasta confusas referencias al mal llamado “banco del Vaticano”. Cualquier cosa era útil para lograr el cometido.

Igual que entrevistar a una exesposa resentida para que narre de manera “objetiva” sus recuerdos del exmarido, así fue la selección de personajes resentidos con la Iglesia, sacerdotes y seminaristas expulsados, periodistas que han saltado a la fama gracias a escándalos eclesiásticos y otros individuos similares. De ese modo lograron conseguir un cúmulo de referencias sobre lo que nadie parecía saber: que también algunos sacerdotes son incoherentes y cometen tristes pecados.

Uno de los entrevistados incluso afirmó haber contado siete mil sacerdotes gay, pero desgraciadamente no nos reveló la técnica que usó para dicho cálculo. Otro aseveró que algunos sacerdotes “castigan duramente a los homosexuales”, pero tampoco nos describió las torturas.

El programa me recordó mucho a aquellos fariseos que, en cierta ocasión, presentaron en público, ante Jesús, a una adúltera sorprendida in fraganti. Publicaron su pecado y se enorgullecieron de poder humillarla ante el pueblo. Eso les hacía parecer más santos. Sin embargo, Jesús ignoró a los acusadores, y luego los hizo avergonzarse.

¿Qué sentirá ahora el Señor al ver a su propia Esposa, santa y pecadora, desnudada y humillada en público mientras sus acusadores festejan y alardean, blandiendo muy altas las evidencias encontradas, a la vez que las ponderan y exageran, sin dejar posibilidad alguna de defensa propia?

Esa parecía ser la actitud de las presentadoras. Mientras por sus dientes escurría abundante la sangre de su presa, parecían saborear una victoria sinigual. Y una alegría semejante se dejó ver quizá en muchos televidentes, mientras encontraban suficientes motivos para desembarazarse de la moral católica.

A pesar de ello, hemos de decir que no todo es malo en torno a este triste suceso. Porque es una nueva ocasión para impulsar, una vez más, la purificación de la Iglesia. Ciertamente el programa “olvidó” mencionar que la grandísima mayoría de los sacerdotes son fieles a su vocación y se dedican al servicio abnegado. Pero aun así es necesaria una purificación mayor en la Iglesia, por amor a Dios y por amor a las almas. Y esta es una oportunidad cuaresmal estupenda.

Sólo nos queda orar por aquellas numerosas personas sencillas que ven tambalear su fe, esa fe que es lo único que tienen y que tal vez hoy sienten perder en medio de tanta confusión.

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