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viernes, 24 de marzo de 2017

La corruptora Revista Semana posa de lamentar la pérdida de la inocencia en los niños

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La Revista Semana ha publicado un artículo sobre escándalos recientes en que menores de edad resultan involucrados en actividades sexuales, y se pregunta “¿Por qué los niños son cada vez más precoces?”, mientras que él título que le aparece al artículo al ser compartido en redes sociales dice “inocencia perdida” con lo cual inconcientemente la Revista se responde su propia inquietud. Lo que resulta incomprensible es que ahora un medio liberal como ese se haga el desentendido frente a una problemática que alimentó y promovió, como veremos a continuación.

El artículo de la revista se limita a repasar cinco hechos en diferentes ciudades del país en que niños de 9-12 años han sido hallados teniendo relaciones sexuales, consumiendo pornografía o incluso cometiendo violaciones contra otros niños. Lo peor es que estos son apenas algunos de los más recientes hechos, que si se hiciera todo el recuento de escándalos de este tipo desde hace unos años, se agotarían las páginas de la revista para referirlos todos. Todos los casos mencionados tienen dos factores en común: La influencia de la pornografía y una visión hedonista “recreativa” de la sexualidad humana.

La respuesta al primer factor la ofrece la misma revista en la versión web de ese mismo artículo: Al ir al final de la página se encuentra uno con las otras publicaciones de la misma casa editorial Semana que de entrada revelan contenido abiertamente sexual, o relacionado directamente con sexo. Todos los esfuerzos por combatir o prevenir el acceso de los menores a contenido pornográfico se han concentrado exclusivamente en los contenidos que son catalogados legalmente como pornográficos por la exposición visual o auditiva de organos sexuales, mientras que material similar, que apenas insinúa o muestra sólo parcialmente el contenido sexual, tiene libre circulación.

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La sociedad actual “nada” en ese tipo de “pornografía suave” que aunque refiere abierta y directamente al sexo, pero que sólo por el hecho de no mostrar órganos sexuales, deja de ser considerada como tal y queda al acceso de los niños. “juegos previos para asegurar un buen polvo” dice el artículo destacado de la Revista Fucsia, una publicación de la Revista Semana dirigida específicamente a mujeres, cuyo contenido no es considerado pornográfico, a pesar de tener el mismo propósito, y al que niñas menores de edad pueden acceder fácilmente. Ni hablar de la Revista Soho, que siendo abiertamente pornográfica, hace publicidad explícita en diversos medios gráficos (supermercados, paradas de bus, etc.) a la que los niños quedan expuestos.

Frente al segundo factor es indudable la “negación activa” por parte de los medios de comunicación y las entidades públicas, con la que encubren que la pérdida de la inocencia en los niños, la sexualidad precoz, el embarazo adolescente son en realidad el propósito de la “educación sexual” que promueve el gobierno. La educación sexual es el único campo en que ante el fracaso reiterado de los medios empleados, la solución propuesta por parte del Estado y los medios de comunicación es insistir una y otra vez por la misma vía. ¿Por qué pregunta Semana por la inocencia perdida de los niños, si desde la más tierna infancia el Estado los inicia en todo lo relacionado con la sexualidad? ¿Sorprende que los niños se involucren en actividades sexuales si en las cartillas de educación sexual se les invita a la “autoexploración”? ¿Cómo esperar que los niños no tomen la sexualidad como un juego si en las clases de educación sexual se les enseña la sexualidad como algo “recreativo”? En fin, ¿Cómo pretender que los niños ordenen rectamente su sexualidad si desde el Estado se proclama la obsolesencia de la familia natural?

De toda esta agresión ideológica contra la inocencia de los niños, ha participado la Revista Semana defendiendo la educación sexual corruptora y atacando a quienes reclaman una recta orientación afectiva de los menores y el respeto de la autoridad de los padres, como “propagadores de mitos”. Que ahora vengan a sorprenderse y lamentar la pérdida de la inocencia de los niños, sólo puede ser cinismo.

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