El día de ayer, María Clemencia Rodríguez de Santos, esposa del presidente Santos, publicó en su cuenta de Twitter un breve video en el cual se ve al Papa Francisco impartiendo una bendición sobre ella y el presidente Santos. En el tuit, la primera dama dice: “Su Santidad @Pontifex_es , gracias por bendecir nuestro matrimonio”. Valga recordar que Juan Manuel Santos y María Clemencia Rodríguez se encuentran casados exclusivamente por lo civil, pues ambos ya han estado casados previamente, y al subsistir un matrimonio canónico válido, se encuentran en situación de adulterio.
Concretamente, la exhortación apostólica Familiaris Consortio de Juan Pablo II establece:
La Iglesia, no obstante, fundándose en la Sagrada Escritura reafirma su práxis de no admitir a la comunión eucarística a los divorciados que se casan otra vez. Son ellos los que no pueden ser admitidos, dado que su estado y situación de vida contradicen objetivamente la unión de amor entre Cristo y la Iglesia, significada y actualizada en la Eucaristía. Hay además otro motivo pastoral: si se admitieran estas personas a la Eucaristía, los fieles serían inducidos a error y confusión acerca de la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio.
(…)
Del mismo modo el respeto debido al sacramento del matrimonio, a los mismos esposos y sus familiares, así como a la comunidad de los fieles, prohíbe a todo pastor —por cualquier motivo o pretexto incluso pastoral— efectuar ceremonias de cualquier tipo para los divorciados que vuelven a casarse. En efecto, tales ceremonias podrían dar la impresión de que se celebran nuevas nupcias sacramentalmente válidas y como consecuencia inducirían a error sobre la indisolubilidad del matrimonio válidamente contraído.
El tema de los divorciados que viven en situación de adulterio ha sido un eje de controversia permanente en el pontificado de Francisco. Entre 2014 y 2015 se realizó en el Vaticano un doble sínodo sobre la familia, en el cual varios cardenales denunciaron el intento de subvertir la enseñanza perenne de la Iglesia, reafirmada por Juan Pablo II, de no admitir a la comunión a quienes viven en adulterio público. En 2016 el Papa Francisco publicó la exhortación apostólica post-sinodal Amoris Laetitia que en la nota al pie 351 afirma que en algunos casos “podrían recibir la ayuda de los sacramentos”.
Algunas conferencias episcopales, como la polaca, han interpretado la exhortación manteniendo la enseñanza previa de la Iglesia. Otras como la alemana, la maltesa, o incluso diócesis tan cercanas al Papa Francisco como Buenos Aires y la misma Roma, han publicado guías en que se ordena distribuir la comunión a los divorciados en segundas nupcias civiles. Recientemente el Vaticano ha hecho oficial, publicando en su página web (como si fuera un documento magisterial) una carta del Papa Francisco a los obispos de la región de Buenos Aires en que aprueba su interpretación de la Amoris Laetitia y añade que “no hay otra interpretación”. Cuatro cardenales presentaron al Papa Francisco una solicitud de claridad al respecto, dos de los cuales ya han muerto sin recibir respuesta del Papa.
Valga recordar que los ministros del sacramento del matrimonio son los novios, y el sacerdote realiza una función de testigo a la hora de bendecir la unión. En este orden, el peligro que encierran tales bendiciones, como afirma Juan Pablo II, es inducir al error al hacer pensar que la Iglesia estaría dando validez canónica a una segunda unión adúltera, algo que excede las facultades del mismo Papa, pues fue el mismo Jesucristo el que estableció que “Todo el que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con una repudiada por su marido, comete adulterio.” (Lc 16, 18)
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