El pasado fin de semana se hizo pública la Correctio Filialis, una corrección filial al Papa Francisco para solicitarle la retractación de siete afirmaciones heréticas contenidas en la Amoris Laetitia y en otras declaraciones suyas. La corrección fue firmada inicialmente por 62 laicos y sacerdotes católicos de varios países, y además se han venido añadiendo nuevas firmas a la solicitud. Al día de hoy, ya suman 146 los firmantes del documento.
Ayer en la mañana nos sorprendimos al encontrar entre los firmantes el nombre de Alejandro Bermúdez Rosell, director de ACIprensa, quien justo el día de ayer había publicado un “punto de vista” atacando a los firmantes del documento. Bermúdez consideró la carta como “irrelevante”, diciendo que “no representan a nadie” y que “62 personas son las personas que reunir si quisiera sacar una carta para recoger firmas en mi barrio”. Al mismo tiempo dijo que los firmantes representan “al tradicionalismo cismático” refiriéndose a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, a pesar de que sólo dos de las firmas pertenecen al movimiento, y fueron firmas de adhesión posterior al envío de la Correctio al Papa. Refiriéndose al contenido de la petición, Bermúdez afirmó que “las acusaciones están basadas en cosas que el Papa nunca dijo”, a pesar de que están basados en párrafos textuales de la Amoris Laetitia, y las declaraciones papales, que confirman la interpretación heterodoxa de los pasajes de la Amoris Laetita, se encuentran debidamente referenciada a las transcripciones oficiales de la página del Vaticano.
Luego de conocerse que la firma de Alejandro Bermúdez Rosell aparecía entre los firmantes de la Correctio Filialis, el portal ACIprensa publicó una nota de Alejandro Bermúdez en que desmentía haber firmado el documento y solicitaba su retiro. “Nunca he firmado su carta ni tengo intención de firmarla. Como periodista, me sorprende lo fácil que el nombre de una persona puede ser añadido a su lista sin verificar la autenticidad de la misma. Eso habla mucho de la falta de seriedad de su iniciativa. Por favor retire mi nombre inmediatamente”.
En respuesta, el Dr. Joseph Shaw, presidente de la Latin Mass Society, y portavoz de los firmantes anunció la eliminación del nombre de Bermúdez de la lista e hizo la siguiente declaración:
Los organizadores se han enterado de intentos de provocar vergüenza tanto a ellos como a algunas firguras católicas al suplantar a estos últimos y añadir sus nombres a la petición. Aunque un muy pequeño numero de nombres es afectado, los organizadores toman esta actividad fraudulenta muy seriamente y han tomado acciones para remover tales nombres de la lista y prevenir que esto ocurra de nuevo. Aquellos responsables por este fraude deberían estar conscientes de la gravedad moral y legal de sus acciones.
En efecto, ¿qué propósito puede tener alguien para añadir a la lista el nombre de un reconocido opositor al documento si no es el de sabotear la iniciativa y crear una excusa para criticarla posteriormente? Desde la publicación de la Correctio, los críticos, empezando por el mismo Bermúdez, se han dedicado a recurrir a la falacia ad hominem de descalificar a los firmantes, diciendo que no son nadie o acusándolos de lefebvristas, en lugar de presentar siquiera alguna contestación teológica a las afirmaciones contenidas en la carta. Semejante intento de sabotaje sólo puede buscar sembrar dudas sobre la seriedad del documento y así alejar el debate público del contenido del mismo.
De hecho, las declaraciones de Bérmúdez, diciendo que “me sorprende lo fácil que el nombre de una persona puede ser añadido a su lista sin verificar la autenticidad de la misma. Eso habla mucho de la falta de seriedad de su iniciativa”, confirman justamente que esa ha sido la intención del sabotaje y validan de alguna forma la acción del suplantador, pues en lugar de criticar su actuar, lo utiliza como excusa para redoblar sus ataques contra los organizadores. ¿Coincidencia?
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