Estamos en temporada pre-electoral y los medios de comunicación nos inundan desde ya con resultados de encuestas a cada rato. Se pretende que las encuestas reflejan la opinión pública, cuando en realidad son más un instrumento de los medios para tratar de moldear la opinión pública según sus intereses.
Casos recientes son públicamente conocidos en que ciertos candidatos son artificialmente inflados con el propósito de desalentar a los votantes de un candidato con mayores opciones. El mismo resultado del plebiscito de hace un año es una prueba innegable de la poca fiabilidad de las encuestas. Los medios conocen el gregarismo propio del ser humano y saben que mucha gente podría estar dispuesta a cambiar sus opiniones o al menos a silenciarse si percibe que estas son impopulares.
Hace apenas un par de días, los medios de comunicación salieron a pregonar que según una nueva encuesta, el 65% de los colombianos estaría a favor de la legalización del aborto. Tal resultado no sólo es incoherente con todas las encuestas anteriores, que mostraban un rechazo al aborto de entre 67% y 80%, sino que de hecho es incoherente con otra encuesta de la misma empresa, Cifras y Conceptos, hecha en mayo de este mismo año, en la cual el 78% expresó su rechazo al aborto. Basta con ver que este estudio fue pagado por la organización abortista "Mesa por la vida y la salud de las mujeres", para ver que se trata de una estrategia engañosa de normalización del aborto en la sociedad colombiana.
Algo muy parecido ocurre con las encuestas presidenciales que están de moda en nuestro país. casi que cada semana sale una nueva encuesta con resultados completamente distintos. Los resultados entre encuestas son tan incoherentes entre sí, que si se les diera la mínima credibilidad habría que deducir que se trata de países completamente distintos. Para entender las encuestas, basta con ver qué medio la está financiando para saber leer en los resultados cuál es la apuesta del grupo político o empresarial al que representan, sea inflando al candidato de su preferencia, sea hundiendo en las cifras a sus competidores más fuertes, y así desestimar a sus votantes con la trampa del "voto útil".
Evidentemente, la gran sorpresa en la votación del plebiscito el año pasado fue gracias a que no había "voto útil". Sólo había que escoger entre dos opciones contrarias, no había postura intermedia, no había voto en blanco. Quienes salieron a votar lo hicieron en conciencia y así, los más de seis millones de colombianos que votaron NO, lo hicieron pensando en que muy seguramente no ganarían, pero que al menos la refundación del país a manos de las FARC no sería culpa suya. Recordemos pues, que como católicos ningún bien temporal o concesión amistosa puede valer lo que una conciencia tranquila, así que los invitamos a repetir lo hecho el año pasado, y sacudirnos la tiranía de las encuestas.
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