El Papa Francisco ha saludado el pasado domingo a la delegación de grupos provida italianos que celebran el 5 de febrero la Jornada por la Vida. Sus palabras fueron recogidas por el Boletín de la Sala Stampa del Vaticano:
“Me uno al deseo de los obispos italianos de una valerosa acción educativa en favor de la vida humana –dijo- Toda vida es sagrada. Promovamos la cultura de la vida como respuesta a la lógica del descarte y al descenso demográfico; cercanos y juntos recemos por los niños que están en peligro por la interrupción del embarazo, como también por las personas cuya vida toca a su fin: toda vida es sagrada. Para que no se deje a nadie solo y el amor defienda el sentido de la vida. Recordemos las palabras de Madre Teresa: “¡La vida es belleza, admírala; la vida es vida, defiéndela!”, sea con el niño que está por nacer, que con la persona que está cercana a morir: ¡toda vida es sagrada!. Saludo a todos aquellos que trabajan por la Vida, a los docentes de las Universidades romanas y a quienes colaboran en la formación de las nuevas generaciones, para que sean capaces de construir una sociedad acogedora y digna para cada persona”.
Por primera vez en la Iglesia, se utiliza el concepto “interupción del embarazo” para referirse al homicidio voluntario del niño por nacer, o aborto. Aunque podría creerse que se trata de un error de traducción, pero la versión en Italiano del Boletín recoge literalmente las palabras del Papa: “preghiamo per i bambini che sono in pericolo d’interruzione della gravidanza.”
Los términos “interrupción del embarazo” y “terminación del embarazo” son eufemismos acuñados por el lobby del aborto para disimular el homicio de una persona en el vientre materno y aparentar que se trata únicamente de procesos internos del cuerpo de la mujer. El término “interrupción del embarazo” es especialmente engañoso, pues la práctica del aborto acaba de forma irremediable con la vida de un ser humano, una vida que no se puede recuperar o reanudar después.
El Papa Juan Pablo II, en su encíclica Evangelium Vitae, condenó el uso de eufemismos para referirse al aborto:
Hoy, sin embargo, la percepción de su gravedad se ha ido debilitando progresivamente en la conciencia de muchos. La aceptación del aborto en la mentalidad, en las costumbres y en la misma ley es señal evidente de una peligrosísima crisis del sentido moral, que es cada vez más incapaz de distinguir entre el bien y el mal, incluso cuando está en juego el derecho fundamental a la vida. Ante una situación tan grave, se requiere más que nunca el valor de mirar de frente a la verdad y de llamar a las cosas por su nombre, sin ceder a compromisos de conveniencia o a la tentación de autoengaño. A este propósito resuena categórico el reproche del Profeta: « ¡Ay, los que llaman al mal bien, y al bien mal!; que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad » (Is 5, 20). Precisamente en el caso del aborto se percibe la difusión de una terminología ambigua, como la de «interrupción del embarazo», que tiende a ocultar su verdadera naturaleza y a atenuar su gravedad en la opinión pública. Quizás este mismo fenómeno lingüístico sea síntoma de un malestar de las conciencias. Pero ninguna palabra puede cambiar la realidad de las cosas: el aborto procurado es la eliminación deliberada y directa, como quiera que se realice, de un ser humano en la fase inicial de su existencia, que va de la concepción al nacimiento.
La gravedad moral del aborto procurado se manifiesta en toda su verdad si se reconoce que se trata de un homicidio y, en particular, si se consideran las circunstancias específicas que lo cualifican. Quien se elimina es un ser humano que comienza a vivir, es decir, lo más inocente en absoluto que se pueda imaginar: ¡jamás podrá ser considerado un agresor, y menos aún un agresor injusto! Es débil, inerme, hasta el punto de estar privado incluso de aquella mínima forma de defensa que constituye la fuerza implorante de los gemidos y del llanto del recién nacido. Se halla totalmente confiado a la protección y al cuidado de la mujer que lo lleva en su seno. Sin embargo, a veces, es precisamente ella, la madre, quien decide y pide su eliminación, e incluso la procura.
Grupos provida de todo el mundo están aterrados con la realización en el Vaticano de un seminario-taller organizado por la Pontificia Academia para las Ciencias y la Pontificia Academia para las Ciencias Sociales, llamada “Extinción Biológica”, del 27 de febrero al 1 de Marzo. El evento contará con la participación de movimientos y personalidades afines a la agenda de control demográfico, tales como el Dr. Paul Ehrlich, autor del concepto de “bomba demográfica” y promotor del aborto forzado como forma de control poblacional, y el Prof. John Bongaarts, vicepresidente del Population Council, una organización fundada por John D. Rockefeller III, y que impulsa el aborto y la anticoncepción como mecanismo para reducir la problación global.
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