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viernes, 7 de octubre de 2011

Reflexiones entorno del mensaje de la CEC para la elecciones de Octubre

La Conferencia Episcopal de Colombia ya publicó su mensaje para todos los fieles laicos en estas elecciones de octubre 30. El mensaje es el mismo, aunque está en diferentes formatos según el público al cual está dirigido. Básicamente es el mismo mensaje, aunque en las diferentes formulaciones es posible encontrar riquezas particulares. El más conciso de todos es el que está dirigido a los universitarios (ha de ser porque está diseñado para ser transmitido vía redes sociales y emisoras) y lo reproduzco:

“Bacano votar por el bien de Colombia”

Jóvenes Universitarios:

Elijan la trasparencia por encima de la corrupción, la verdad por encima de la mentira, la libertad y la democracia por encima de la manipulación.

Muchachos:

Apoyen a los nuevos mandatarios en la tarea de construir la paz y la reconciliación.

Ejerzan su derecho al voto como lo pide el gran amigo de la juventud Juan Pablo II: «los fieles laicos de ningún modo pueden abdicar de la participación en la política »

Les ofrecemos algunas orientaciones para que las próximas elecciones, contribuyan a la construcción de una democracia participativa y en paz.

¿Cómo votar?

No tengan miedo de luchar para que:

1. La campaña electoral se desarrolle en un clima de respeto, diálogo, verdad y transparencia.

2. Los candidatos hagan conocer sus planes y programas.

3. El proceso electoral sea protegido del influjo de organizaciones criminales.

4. Los electores, sin ninguna presión, voten libremente.

5. Se superen los vicios y delitos electorales, como: la compra y la venta de votos, el trasteo de votos y de votantes, y la suplantación de sufragantes.

6. La ciudadanía haga seguimiento de los programas de gobierno de quienes sean elegidos.

¿Por quiénes votar?

Voten por quienes proponen:

1. Implementar planes de gobierno y de desarrollo que garanticen la inclusión social y la erradicación de la pobreza

2. Comprometerse con la búsqueda del bien común y evitar toda corrupción.

3. Trabajar con transparencia y responsabilidad en la atención a los damnificados de la ola invernal.

4. Garantizar la reparación a las víctimas y la restitución de tierras.

5. Mantener la independencia frente a los intereses y presiones de los grupos al margen de la ley.

Estamos comprometidos con ustedes los Obispos Católicos de Colombia

Los puntos que son enumerados en este mensaje se repiten en todas las otras versiones, y sin embargo quisiera reproducir aquí mismo el mensaje que está dirigido a los jóvenes, pues veo que es precisamente lo que le diferencia de los otros en donde se encuentra lo más valioso del mensaje:

Mensaje de los Obispos católicos de Colombia

ELECCIONES RESPONSABLES AL SERVICIO DEL BIEN COMÚN

¿HAY UN VOTO CATÓLICO?

Queridos amigos y hermanos: Paz y Bien.

Estamos ya en pleno fragor de campaña electoral, para la cita que tenemos el próximo domingo 30 de Octubre, de cara a los comicios municipales y departamentales. Así usted no pueda votar, está invitado a conocer el sistema democrático de nuestro país.

Le sugerimos enriquecerlo con la Constitución Política de Colombia, ya que las elecciones se basan en la Carta Magna.

Hemos sido convocados y es menester responsable participar como ciudadanos y como cristianos católicos a la hora de elegir a nuestros representantes democráticos.

¿Se presenta la Iglesia Católica las elecciones?

Es una pregunta retórica, que es fácil responder. Incluso podemos dar la palabra al Beato Juan Pablo II, que lúcidamente abordó esta cuestión: la Iglesia «no propone sistemas o programas económicos y políticos, ni manifiesta preferencias por unos o por otros, con tal que la dignidad del hombre sea debidamente respetada y promovida, y ella goce del espacio necesario para ejercer su ministerio en el mundo. Pero la Iglesia es “experta en humanidad”, y esto la mueve a extender necesariamente su misión religiosa a los diversos campos en que los hombres y mujeres desarrollan sus actividades, en busca de la felicidad, aunque siempre relativa, que es posible en este mundo, de acuerdo con su dignidad de personas» (Juan Pablo II, Sollicitudo rei socialis, 41).

Es así.

La Iglesia no tiene un partido que la represente, ni como tal nos presentamos detrás de unas siglas. Y esto vale absolutamente para todos los partidos, si bien no hay neutralidad cuando evaluamos la cercanía o la lejanía de sus programas y actuaciones, respecto a nuestra manera de entender la justicia y los derechos de las personas desde la doctrina social de la Iglesia.

Como indicaba en ese mismo texto el Beato Juan Pablo II, «la doctrina social de la Iglesia no es, una “tercera vía” entre el capitalismo liberal y el colectivismo marxista, y ni siquiera una posible alternativa a otras soluciones menos contrapuestas radicalmente, sino que tiene una categoría propia.

No es tampoco una ideología, sino la cuidadosa formulación del resultado de una atenta reflexión sobre las complejas realidades de la vida del hombre en la sociedad y en el contexto internacional, a la luz de la fe y de la tradición eclesial. Su objetivo principal es interpretar esas realidades, examinando su conformidad o diferencia con lo que el Evangelio enseña acerca del hombre y su vocación terrena y, a la vez, trascendente, para orientar en consecuencia la conducta cristiana».

Es normal que los diferentes partidos políticos intensifiquen en estos días sus diversos actos para explicar a los ciudadanos cuáles son los programas que quisieran poder desarrollar si obtuviesen el respaldo popular. Es deseable que haya una limpieza en la campaña, que no consiste en la destrucción del rival político, sino en la propuesta de lo que se desea llevar a cabo como un servicio al bien común, subrayando los retos más emergentes, saliendo al paso de las problemáticas sociales y humanas que tenemos ante nosotros y que condicionan la vida real de miles de conciudadanos.

Existen dificultades para escuchar sus propuestas o evaluar su propia gestión con quienes emplean la mentira como herramienta y el ataque visceral como talante. Engañar al electorado demagógicamente, tiene consecuencias tremendas a la hora de encontrar cauces de solución a los problemas. Tenemos ejemplos bien recientes, en donde la mentira irresponsable ha ahondado una crisis económica que afecta a un incontable número de personas y de familias.

    Se trata de elegir a quienes creíblemente pondrán remedio con el justo empleo de los recursos y la gestión de los presupuestos; la defensa de la vida en todas sus fases, la maternidad y los retos de la familia; de la educación integral no entendida como cincel manipulador al servicio de una ideología; de los más desfavorecidos y sus situaciones de desempleo y vivienda, de la violencia y sus causas en una sociedad frívola y crispada; del desencanto de nuestros jóvenes y la atención social a los ancianos; de nuestra convivencia en un mundo culturalmente plural.

    Es hermosa y noble la dedicación a la política cuando se entiende como un servicio real a las personas reales, sin injerencias indebidas y sin inhibiciones lamentables. El perfil cristiano del político también existe, viva o no con total coherencia las exigencias de nuestra fe. Y a él miramos cuando en lo que propone hacer o en lo que da cuenta de lo ya hecho, son reconocibles nuestros valores cristianos.

¿Qué cargos vamos a proveer este próximo 30 de Octubre?

¿Cuál es el perfil de estos cargos públicos?

¿Cómo es la participación de la juventud Colombiana en Política?

¿A qué me refiero con ese valor exclusivo de este mensaje? Justamente a que es el único que aborda de forma profunda la cuestión del Voto Católico. Si observamos los puntos sintetizados en el primer mensaje que responden a la pregunta “¿Cómo Votar?” vemos son simplemente condiciones mínimas para el desarrollo de la democracia que lamentablemente no se dan en este país, y así mismo los puntos que siguen a la pregunta “¿Por quiénes votar?” son una serie de necesidades actuales del país respecto de las cuales se podría decir que existe un consenso en la clase política (La “unidad nacional” del presidente Santos), y dudo mucho que llegue a existir siquiera un solo candidato que esté en abierto desacuerdo con esos puntos, o que así lo exprese. La pregunta es ¿Existe un Voto Católico? y la respuesta aparece en el segundo mensaje (y discúlpenme que repita la cita):

(Es) la cuidadosa formulación del resultado de una atenta reflexión sobre las complejas realidades de la vida del hombre en la sociedad y en el contexto internacional, a la luz de la fe y de la tradición eclesial. Su objetivo principal es interpretar esas realidades, examinando su conformidad o diferencia con lo que el Evangelio enseña acerca del hombre y su vocación terrena y, a la vez, trascendente, para orientar en consecuencia la conducta cristiana.

No estamos hablando de unos puntos mínimos para el sano desarrollo de la democracia, estamos hablando de llevar el mensaje evangélico a que modifique las realidades políticas. Los puntos propuestos en la primera carta son tan básicos que se pueden cumplir aún votando por un partido o una persona que son abiertamente contradictores de la Iglesia y del evangelio, y como dice el mensaje: “no hay neutralidad cuando evaluamos la cercanía o la lejanía de sus programas y actuaciones, respecto a nuestra manera de entender la justicia y los derechos de las personas desde la doctrina social de la Iglesia.”

Los católicos vemos como los mismos gobernantes a quienes hemos escogido descristianizan a nuestras sociedades, atacan la libertad religiosa y desarrollan planes de reingeniería social como la realizada en España. ¿Por qué? Porque hemos caído en la trampa de evaluar a los candidatos respecto de temas de importancia relativa pero sobredimensionados en los medios de comunicación: La opción entre tal o cual modelo económico, la promoción de diversas formas de bienestar, la distribución del gasto público, etc. Dejamos de lado el punto fundamental, el eje de la doctrina social de la Iglesia: Las estructuras sociales, políticas y económicas deben estar al servicio de la persona humana y no al revés.

¿Qué puntos determinan una lectura “católica” de las propuestas políticas? El segundo mensaje lo expone con mucha claridad:

Se trata de elegir a quienes creíblemente pondrán remedio con el justo empleo de los recursos y la gestión de los presupuestos; la defensa de la vida en todas sus fases, la maternidad y los retos de la familia; de la educación integral no entendida como cincel manipulador al servicio de una ideología; de los más desfavorecidos y sus situaciones de desempleo y vivienda, de la violencia y sus causas en una sociedad frívola y crispada; del desencanto de nuestros jóvenes y la atención social a los ancianos; de nuestra convivencia en un mundo culturalmente plural.

Es nuestro deber discernir con toda nuestra inteligencia, y tomar una decisión consciente de la responsabilidad que como católicos tenemos frente a la sociedad y al evangelio. Quisiera agregar, a modo de conclusión, que la democracia no puede extinguirse con depositar el voto. Las decisiones y acciones del Estado cada vez son más influyentes en las vidas de los ciudadanos y es un acto de suma irresponsabilidad reducir nuestra acción política a lanzar una botella al mar y que sean las corrientes del mar las que decidan su destino. Los invito a que veamos en la acción política una forma particular de evangelización, una oportunidad para dar testimonio de la búsqueda del bien común para cuestionar las realidades sociales a la luz del mensaje de Cristo.

Jesucristo Rey del Universo, danos buenos y sabios gobernantes.

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