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domingo, 16 de febrero de 2014

La “familiofobia” de Mauricio Albarracín

Un video de campaña política en que se observa a una familia tal cual, padre madre e hijos, ha hecho a los homosexuales poner el grito en el cielo. Se trata de el video con el que María Fernanda Cabal, candidata a la Cámara de Representantes en Bogotá por el Centro Democrático ha estado haciendo campaña en las redes sociales. El motivo de la controversia es que el video sale justo después de que el senador Armando Bendetti publicara el suyo en televisión, en el que aparece una pareja de hombres homosexuales y luego otra de lesbianas.

A causa de este video, el activista LGBT Mauricio Albarracín escribió un artículo en La Silla Vacía, titulado “patear al marica”, en el que, para resumir, hace un recuento a grandes rasgos de la violencia contra las personas homosexuales, para luego afirmar que tal violencia física no es lo realmente grave, sino que “Los peores propagan el odio a través de ‘argumentos’ y la ‘constitución’.” Con esto no sólo está convirtiendo en “agresor” a todo aquel que cometa la osadía de diferir de la agenda política homosexual, sino que, de paso, resuelve que exigir un debate racional sobre la reingeniería sociocultural que propugna el movimiento LGBT es mucho peor que golpear a los homosexuales como cualquier skinhead.

El artículo en cuestión no es de gran relevancia, pero es un ejemplo bastante claro de la victimización como forma de manipular el debate político, que es de lo que se trata todo esto. Véase el caso de Rusia, que Albarracín cita: recientemente ha sido atacado por los medios de comunicación en todo occidente, calificándolo como “país homófobo”, a causa de la aprobación (con el 100% de los votos del parlamento) de la Ley de protección al menor que prohíbe:

la propagación de cualquier actividad que pueda perjudicar el bienestar psicológico y físico de los menores. Incluye, entre otras cosas, la propaganda de estilos de vida sexual alternativos. Sin embargo, esta ley, también prohíbe fomentar cualquier forma de vida sexual perjudicial para los menores como su participación en actos heterosexuales. La ley prohíbe, igualmente, cualquier acción que incite al consumo de drogas o bebidas alcohólicas, que niegue los valores familiares, que fomente los juegos de azar, admita el lenguaje grosero o induzca al uso de lenguaje ofensivo.

La ley no penaliza la homosexualidad, como pareciera darse a entender por los medios de comunicación, sino que impide que se implante la Ideología de Género en las escuelas y se promueva la homosexualidad entre los menores de edad. Cabe preguntarse, ¿Por qué entonces ha sido mucho mayor la crítica de la comunidad internacional contra Rusia que contra países como Irán o Arabia Saudita que si castigan severamente el que una persona se declare homosexual? La respuesta es sencilla: Mientras que la violencia ejercida contra los homosexuales en países islámicos o del África, alimenta el discurso de victimización homosexual, como el de Mauricio Albarracín, en Rusia la norma tolera a las personas homosexuales pero al mismo tiempo impone un bloqueo insuperable a su agenda política. De ahí que tengan que acudir a videos caseros de violencia contra homosexuales en Rusia, actos punibles en la ley rusa, para acusar de victimario al país.

Esta generalización absurda se evidencia aún más cuando Albarracín aborda el video de María Fernanda Cabal:

María Fernanda Cabal, cabeza de lista de ese partido a la cámara por Bogotá, hizo un comercial homofóbico en respuesta a un contrincante político, en el que confiesa su ideología política: “aquí el tema no es de tolerancia”. Vestida de blanco, con la mano firme, nos invita a “rescatar el verdadero significado de la familia”, que en otras palabras, privar de derechos a gays, lesbianas, bisexuales y trans.

El comercial se limita a mostrar una familia, y eso para Albarracín es una agresión “homofóbica”. Esto debería dejarnos claro para dónde va la cosa: La existencia de la familia biológica intacta, es el enemigo que los homosexuales buscan derrotar. Baste recordar las declaraciones de la activista lesbiana Masha Gessen en la Radio Nacional de Estados Unidos el año pasado:

Es una obviedad que (los homosexuales) deben tener el derecho a contraer matrimonio, pero también es una obviedad que la institución del matrimonio no debería existir... Luchar por el matrimonio gay, en general, implica mentir acerca de lo que vamos a ver con el matrimonio cuando lleguemos allí, porque mentimos cuando decimos que la institución del matrimonio no va a cambiar, y eso es una mentira. La institución del matrimonio se va a cambiar, y debe cambiar. Y, de nuevo, no creo que debiera existir. Y no me gustaría participar en la creación de ficciones de mi vida. En cierto modo es no lo que yo tenía en mente... desde hace treinta años.
Tengo tres niños que tienen cinco padres, más o menos, y no veo por qué no deben tener cinco padres legalmente... conocí a mi nueva pareja, y ella acababa de tener un bebé, y el padre biológico de ese bebé es mi hermano, y el padre biológico de mi hija es un hombre que vive en Rusia, y mi hijo adoptado también lo considera su padre. Así que los cinco padres se dividen en dos grupos de tres... Y de verdad, me gustaría vivir en un sistema legal que sea capaz de reflejar la realidad, y no creo que sea compatible con la institución del matrimonio.

Ya en otra ocasión, recordábamos como el “matrimonio” homosexual no buscaba concederle a los homosexuales lo que su condición hace imposible, sino degradar toda otra realidad y que terminara igualada a ellos. Ahora se hace evidente que las siglas LGBT no es más que la denominación de una agenda política, que incluso está dispuesta a sacrificar a las personas homosexuales, con el fin de cumplir su objetivo de subvertir la institución familiar por “homofóbica”, y “privar de derechos a gays, lesbianas, bisexuales y trans”. Por eso de nada les sirve que permita y tolere la práctica de la homosexualidad, de nada les sirven los derechos fundamentales que le son reconocidos a cualquier homosexual por el mero hecho de ser persona, de nada les sirve que se les permita disponer libremente de sus bienes, de nada les sirve si se impide el adoctrinamiento de los menores de edad en la Ideología de Género, si se impide la redefinición jurídica del matrimonio y la familia.

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