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jueves, 26 de febrero de 2015

El Espectador utiliza incidente diplomático para “refutar” el dogma de la infalibilidad papal

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El día de ayer, el diario El Espectador, cuya redacción sobre temas religiosos brilla por su ligereza al hablar de temas en los que son absolutamente ignorantes, publicó un artículo refiriéndose al incidente diplomático entre La Santa Sede y el gobierno mexicano por el uso de la expresión “mexicanización” que hizo el santo padre, como “evidencia” de que “el pontífice dejó de ser "infalible" y comete errores como todo humano.” Nuevamente, El Espectador ha demostrado su total y absoluta ignorancia en temas religiosos, y su desvergüenza para hablar sobre lo que no saben.

Las recientes imprudencias del papa Francisco, que esta semana causaron un "choque diplomático" con México, demuestran que el pontífice dejó de ser "infalible" y comete errores como todo humano.

Las "metidas de pata" del papa latinoamericano, poco dado a la estricta diplomacia vaticana, le han costado críticas en los últimos dos meses de su pontificado y rompen con el principio de la "infalibilidad pontificia", aunque es más de tipo doctrinal y moral que en su conducta.

En qué consiste el Dogma de la Infalibilidad Pontificia. Lo define el Concilio Vaticano I  en su Constitución Apostólica Pastor Aeternus:

Por esto, adhiriéndonos fielmente a la tradición recibida de los inicios de la fe cristiana, para gloria de Dios nuestro salvador, exaltación de la religión católica y salvación del pueblo cristiano, con la aprobación del Sagrado Concilio, enseñamos y definimos como dogma divinamente revelado que:

El Romano Pontífice, cuando habla ex cathedra, esto es, cuando en el ejercicio de su oficio de pastor y maestro de todos los cristianos, en virtud de su suprema autoridad apostólica, define una doctrina de fe o costumbres como que debe ser sostenida por toda la Iglesia, posee, por la asistencia divina que le fue prometida en el bienaventurado Pedro, aquella infalibilidad de la que el divino Redentor quiso que gozara su Iglesia en la definición de la doctrina de fe y costumbres. Por esto, dichas definiciones del Romano Pontífice son en sí mismas, y no por el consentimiento de la Iglesia, irreformables.

Con esto queda claro que la infalibilidad pontifica se predica más de ciertos actos magisteriales del Papa, lo que se conoce como magisterio solemne, no cualquier acto de magisterio ordinario (homilía, catequesis, encíclica), y mucho menos a las declaraciones hechas por el Papa de forma privada, en entrevistas, audiencias privadas, o correspondencia personal.

El Espectador cita otros escándalos suscitados recientemente por declaraciones del papa Francisco, que han obligado al Vaticano a emitir nuevos comunicados para aclarar la intención del pontífice.

El lenguaje directo y estilo espontáneo del papa argentino le han costado varias críticas, seguida de aclaraciones.

Una de ellas fue en enero pasado cuando habló sin tapujos de "dar un puñetazo si insultan a mi madre" al criticar el hecho de que la libertad de expresión supere los límites que impone el respeto hacia las demás religiones.

El papa hizo ese comentario al ser interrogado por los periodistas del vuelo papal sobre los atentados en Francia contra la revista satírica Charlie Hebdo.

Entendida por algunos como una modificación del precepto evangélico de no reaccionar con la violencia, e inclusive de mostrar la otra mejilla, el mismo Francisco aclaró sucesivamente el real sentido de las palabras, de optar por la prudencia.

Otra expresión muy franca, como confesar a la prensa las ganas de "dar una patada en donde no pega el sol" cuando intentaron corromperlo dos funcionarios cuando era arzobispo de Buenos Aires, también generó desconcierto.

Pero seguramente lo que más ha irritado a los católicos fue cuando los instó, también en el vuelo papal, a "no reproducirse como conejos", lo que para muchos resultó un cambio de visión histórico, una suerte de apertura a la contracepción, algo que por ahora no es previsible.

Sin duda alguna que uno de los signos característicos de este pontificado ha sido el uso de expresiones espontáneas y frívolas con la intención de explicar la Doctrina de la Iglesia. Ciertamente que la experiencia luego de dos años de pontificado invita a dudar sobre la conveniencia de tal estilo comunicativo del santo padre, pues la necesidad de aclaraciones revela que tal lenguaje, como una espada de doble filo, ha terminado confundiendo más que aclarar la doctrina evangélica. Y es perfectamente legítimo considerar equivocado el uso de ese tipo de expresiones por el santo padre, dado que no comprometen ni el dogma de la infalibilidad papal, ni la obediencia debida al sumo pontífice.

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