En un concepto enviado por el Dr. Álvaro Enrique Romero, director del programa de medicina de la Universidad de la Sabana a la Corte Constitucional, en el marco de la demanda para legalizar la adopción de niños por parejas del mismo sexo, se informó sobre la evidencia científica que muestra una mayor propensión de las personas homosexuales a sufrir enfermedades de trasmisión sexual y trastornos psicológicos. El diario liberal El Espectador ha filtrado el concepto resaltando algunos apartes, y acusando a la Universidad de considerar “enfermos” a los homosexuales.
El escarmiento que los medios de comunicación y el lobby homosexual ha emprendido contra la Universidad se centra en extraer una única cita del mencionado concepto: “las personas homosexuales y lesbianas merecen nuestro respeto como personas, pero hay que señalar que su comportamiento se aparta del común, lo que constituye de alguna manera una enfermedad”. Inteligentemente, los medios de comunicación omiten mostrar algunos otros apartes del documento, y menos aún, el párrafo completo del cual extraen la cita, pues pareciera que el autor hubiera adivinado las críticas que el documento provocaría.
En este documento no se pretende entrar en consideraciones éticas y morales, se hace un análisis científico mostrando una serie de hechos comprobables. Las personas homosexuales y lesbianas merecen nuestro respeto como personas, pero hay que señalar que su comportamiento se aparta del común, lo que constituye de alguna manera una enfermedad. Al señalar a alguien como enfermo, con riesgos de fracasar en su vida afectiva, de consumo de sustancias psicoactivas o con mayor tendencia al suicida no lo estamos discriminado sino señalando una situación. Cuando un médico le dice a un paciente que sufre de artritis reumatoide, patología que afecta a un porcentaje bajo de la población, no lo está discriminado, lo está señalando como una persona propensa a sufrir dolores articulares, deformidades osteo musculares, pero no la discrimina y sí le ofrece su ayuda.
En una hábil estrategia, los medios repiten una y otra vez la expresión antes mencionada, y al mismo tiempo han evitado que la opinión pública entre a considerar los argumentos del documento, y los estudios citados en los cuales se soporta la oposición del académico a la adopción por parejas del mismo sexo. En estos se muestra que las personas homosexuales “presentan una salud más deteriorada con mayor tasa de enfermedades mentales, más frecuencia de VIH Sida y de otras enfermedades de transmisión sexual, con un índice de suicidio mayor” y que “estas parejas del mismo sexo son mucho más inestables, están afectados de diferentes situaciones emocionales y físicas y “cometen más abusos sexuales”.
Ha sido tal el acoso contra la Universidad, que el rector de la institución ha tenido que salir a desautorizar el documento y pedirle a la Corte que no lo tenga en cuenta durante la discusión de la demanda. Recordando a los medios, valga la pena mencionarlo, que el citado documento no es un concepto oficial de la Universidad, sino personal del director del programa de medicina, mientras que la Universidad de la Sabana presentó a la Corte un compendio de 39 páginas hecho por las facultades de Derecho, Psicología y Medicina y el Instituto de la Familia de la Sabana, que representa la postura de la Universidad.
Ahora, El Espectador acusa de “ambivalencia” el hecho de que la Universidad haya pedido a la Corte retirar el concepto del Dr. Romero, sin retirar también el concepto presentado por las facultades siendo que comparten las mismas conclusiones aún presentando evidencia científica diferente. Con esto se ve que lo que los medios están atacando no es la consideración de la homosexualidad como enfermedad, sino que se oponen abiertamente a cualquier evidencia que muestre el riesgo al que se exponen los menores criados por parejas homosexuales, por más que esté fundamentado serios estudios científicos.
Hace unas semanas, cuando reclamamos garantías procesales frente al evidente conflicto de intereses en que estaba incurso el magistrado Jorge Iván Palacio, ponente del caso, El Espectador acusó nuestra campaña como “boicot al debate”. Ahora, cabe preguntarse ¿qué debate? si lo que queda visto es que los medios ya han decidido de antemano que los argumentos en contra de la adopción homosexual son de por sí inválidos e inaceptables.
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