Profamilia ha iniciado una campaña junto con la Federación Colombiana de Ginecología, para subvertir los controles que impuso el Consejo de Estado al medicamento en el año 2013. En enero de ese año el Consejo de Estado validó la inclusión de los medicamentos con misoprostol como principio activo, pero bajo la condición de que debía incluirse en la categoría de medicamentos de control especial, por el peligro de abuso para su empleo como abortivo de forma casera.
Según Édgar Iván Ortiz, presidente de la Federación Colombiana de Ginecología, “las restricciones impuestas por el Ministerio de Salud a este medicamento están perjudicando la práctica médica”, pues “El misoprostol es uno de los fármacos más utilizados por los ginecólogos. Lo usan cuando necesitan evacuar un feto muerto, lo usan para inducir un parto cuando las cosas no marchan bien y es una alternativa muy eficaz cuando sobreviene una hemorragia después del parto,” según recoge El Espectador.
Ortiz dice que el gremio de ginecólogos, así como Profamilia, están intentando promover una reunión con las autoridades de salud para buscar alternativas que no restrinjan el uso del medicamento. Quieren demostrar con evidencia médica que el misoprostol no puede estar al mismo nivel de los estupefacientes.
(…) Ortiz dice que la percepción que existe hoy entre grupos de mujeres y especialistas en ginecología es que detrás de esta serie de controles se esconde un interés en poner barreras al derecho de la mujer para decidir sobre su propio cuerpo y su embarazo. De hecho, el procurador, Alejandro Ordóñez, fue uno de los primeros en oponerse a la inclusión del misoprostol en el POS.
Lo que convenientemente omiten Profamilia y sus aliados, es que la decisión del Consejo de Estado de incluir el misoprostol en el régimen de medicamentos de control especial, responde a una recomendación de la Comisión de Regulación en Salud de 2001, pues el misoprostol es ampliamente buscado como método de aborto casero.
No deja de llamar la atención, que en la nota de El Espectador se utilice una imagen traída de la página de la organización Women on Waves, una mafia feminista que se dedica a introducir de forma ilegal la práctica del aborto en los países donde está prohibido. Empezaron con un barco que recogía a las mujeres en estos países y las llevaba a aguas internacionales para practicar el aborto, y luego se dedicaron a la distribución clandestina de misoprostol en países de Sudamérica. En 2013, la organización C-Fam denunció cómo a pesar de que la OMS recomienda la oxitocina más que el misoprostol para las complicaciones obstétricas, varias organizaciones y organismos de la ONU están recomendado la preferencia del misoprostol sobre la oxitocina como forma de introducir el medicamento en los países donde el aborto es ilegal.
Aunque El Espectador afirma que “el misoprostol es uno de los caminos más seguros a la hora de interrumpir un embarazo”, la verdad es que este camino “seguro” requiere estricta supervisión médica, pues el misoprostol tiene un alto riesgo de provocar hemorragias excesivas cuando no es administrado propiamente. Muchas de las muertes registradas por abortos clandestinos se deben a mujeres desangradas por haberse inducido un aborto de forma casera usando misoprostol. Desde 2005, la industria del aborto ha abogado por promover el uso del misoprostol como forma de “desmedicalizar el aborto”, para que este deje de ser un procedimiento quirúrgico y se vuelva una mera prescripción médica en donde los médicos formulan la dosis y la mujer aborta en la casa.
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