El pasado viernes, la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos publicó un comunicado en el que se une a la campaña de la industria internacional del aborto para presionar la legalización de la práctica criminal en los países de América Latina. La recomendación se basa en la supuesta relación que habría entre el virus y el riesgo que que los niños puedan nacer con microcefalia.
Uno de esos países en que todavía protegen la vida de los niños por nacer, El Salvador, acaba de confirmar que de 13 nacimientos que ha habido de mujeres enfermas con Zika, ninguno de los menores ha nacido con microcefalia. En Colombia, se ha pretendido hacer caber el Zika dentro de las tres causales de despenalización del aborto, aunque la microcefalia no hace inviable la vida del menor. Organizaciones abortistas como la “Mesa para la Vida y la Salud de las Mujeres” han ido más allá y han dicho que aunque no haya malformación en el menor, la mujer puede pedir el aborto, sólo alegando afectación de su salud mental.
Hace unos días, el Ministerio de salud confirmó la muerte de tres personas en el país a causa del Zika y precedido por el Síndrome de Guillain-Barré. No se menciona si se trata de hombres o mujeres, ni de si entre ellas había alguna mujer en embarazo, sencillamente porque es un dato irrelevante: el embarazo no agrava la condición de la mujer enferma de Zika, así como el aborto tampoco le produce mejoría. Detrás de la promoción indiscriminada del aborto con la excusa del Zika, no hay el menor interés por la salud de los contagiados, si no el mero aprovechamiento de una oportunidad de mercado.
Para la muestra, basta ver el comunicado de prensa de Profamilia, reproducido por medios irresponsables como Cúcuta 7 Días, en que simplemente llaman a todas las mujeres embarazadas que tengan Zika a la práctica del aborto, sin mencionar siquiera que según los datos en Brasil donde de 4.000 casos de microcefalia, sólo 6 han podido ser vinculados estrechamente con el virus.
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