Artículo de Germán Mazuelo-Leytón en la revista ConoZe.com
Desde hace unos años, nos han irrumpido unos términos acuñados por los promotores de las ideologías liberal, laicista, marxista, comuno-progresista, feminista, relativista.
Hoy los más jóvenes y no tan jóvenes, emplean indistintamente –por ejemplo entre otros vocablos– la palabra pareja cuando se refieren a su cónyuge, novio/a, concubino/a o amante; se ha ido sustituyendo gradualmente las expresiones retiro espiritual por convivencia, autocrítica en vez de examen de conciencia, rol sustituyendo a vocación; últimamente se escucha con fuerza las expresiones patriarcal / despatriarcalización, y así, hay quienes piensan que la palabra género es sólo un equivalente, un sinónimo, y hasta únicamente un vocablo técnico empleado para sustituir a la palabra sexo.
Se ha esparcido como reguero de pólvora la denominada ideología de género, producida ésta, desde el feminismo radical, y partiendo de la tesis de que la mujer ha sido explotada por el hombre a lo largo de la historia mediante la imposición de roles y estereotipos sociales totalmente injustos y arbitrarios que la han mantenido apartada de la vida pública, privada de derechos y recluida en el ámbito familiar.
La ideología de género, logró imponerse a nivel mundial en la tristemente famosa Conferencia Mundial sobre la Mujer de 1995, celebrada en Beijing (Pekín): los lobbies consiguieron imponer a los países miembros el compromiso de incorporar la «perspectiva de género en todas sus políticas y medidas legislativas» -como lo explana María Lacalle- y es en esa cumbre, ante la confusión generada por las propuestas, que muchos delegados solicitaron a la directiva de la Conferencia patrocinada por la ONU una clarificación de esa perspectiva nueva.
Emergió entonces una perturbadora definición desde la dirigencia del evento, en la siguiente declaración: El género se refiere a las relaciones entre mujeres y hombres basadas en roles definidos socialmente que se asignan a uno u otro sexo.
La novedosa interpretación del término género, tuvo además el acotamiento siguiente: El sentido del término género ha evolucionado, diferenciándose de la palabra sexo para expresar la realidad de que la situación y los roles de la mujer y del hombre son construcciones sociales sujetas a cambio.
Quedaba claro pues que los partidarios de la perspectiva de género proponían algo mucho más temerario como, por ejemplo que "no existe un hombre natural o una mujer natural, que no hay conjunción de características o de una conducta exclusiva de un sólo sexo, ni siquiera en la vida psíquica.
Detrás de esa expresión se esconden una ideología y una agenda, promovidas rabiosamente, principalmente por las feministas de género y otros lobbies, ideología que desarrolla una agenda imponiéndose en las leyes y las políticas de los estados, en tres ámbitos legislativos clave: la identidad personal, la familia y la educación, las leyes antidiscriminatorias y de derechos sexuales y reproductivos son sus mejores armas para destruir el orden natural, ya que, la vida moral del hombre no se guía tanto por las leyes de la naturaleza, sino por la ley natural que es distinta de aquellas. La ley natural trasciende las leyes de la naturaleza y se eleva sobre ellas tanto como la persona humana supera cualitativamente todo el mundo de los seres no-libres. Por tanto, en el mundo de los hombres, la aplicación concreta de las leyes de la naturaleza está siempre subordinada a la guía superior de la ley natural, es decir, de la moral. Y así como es posible conocer las leyes de la naturaleza, es también posible conocer la ley natural, que obligue ciertamente a las personas humanas en conciencia. (El matrimonio en Cristo, P. José María Iraburu).
Pues bien, contrariamente a este principio, recientemente la Australian Human Rights Commission(AHRC) está desplegando una nueva arremetida en contra del orden natural, a fin de profundizar la imposición de la ideología de género en ese país, a través de una campaña que busca hacer aprobar su proyecto para extender la legislación anti discriminatoria», proponiendo ampliar las «orientaciones sexuales para que éstas sean protegidas de la discriminación, nada menos en que más de veinte identidades de género.
Catherine Branson, presidenta de AHRC, en su propuesta (llamada documendo de trabajo), recoge, entre otras, las novedosas identidades de género siguientes: transgender, trans, transsexual e intersex, androgynous, agender, cross dresser, drag king, drag queen, genderfluid, genderqueer, intergender, neutrois, pansexual, pan-gendered, third gender, y third sex.
Identidades de género en las que se incluyen asimismo las peculiaridades culturales de los pueblos originarios propugnadas por el nuevo orden mundial, mismas que al parecer, surgen de las prácticas de los aborígenes australianos, así como de los nativos de las islas Torres Strait, tales como sistergirl y brotherboy.
Veinte y más, porque habría que incluir las sub categorías transexuales, que denuncia en Mercator net, la también australiana Babette Francis, pero en su caso defensora de la cultura de la vida, y que ha tenido un papel descollante en la ONU con acciones pro vida, estas neo identidades –según la AHRC- serían: a) los que están en espera de tratamiento; b) los que han tenido tratamiento hormonal; c) los que han tenido tratamiento hormonal y quirúrgico; d) los que fueron tratados con hormonas y cirugía, pero no son felices y quieren revertir esos procedimientos.
Alguien escribió en un blog: Ven pronto Señor no tardes, me sumo a esa súplica.
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