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jueves, 23 de agosto de 2012

Tiempo de Catholic Action y de Catholic Voices, por Mons. José Gómez

Artículo de Monseñor José Gómez, Arzobispo de Los Ángeles, publicado en First Things y Traducido por Joan Albert.

El jueves pasado, en  Roma, el papa Benedicto pronunció un discurso extraordinario a un grupo de Obispos americanos. El Papa elogió a los fundadores de Estado Unidos por su compromiso con la libertad religiosa y su convicción de que las enseñanzas morales judeocristianas son esenciales para forjar ciudadanos e instituciones democráticas. El Santo Padre apuntó que nuestro patrimonio de libertad religiosa se enfrenta a “serias amenazas” provenientes del “laicismo radical” de algunos líderes políticos y culturales, cuya “hostilidad frente al cristianismo va en aumento”.
El viernes pasado, al día siguiente del discurso del papa, nuestro Gobernador Federal [el de Los Ángeles. N. del T.] hizo pública una sentencia que confirmaba los peores temores sobre la deriva antirreligiosa y anticristiana de nuestro país [Estados Unidos; N. del T]. El Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU anunció una decisión definitiva que obliga a que cada empresario debe proporcionar un seguro de salud, que cubra los medicamentos de manera gratuita para el control de natalidad, esterilización y también en caso de aborto de sus empleados.
El Gobierno rechazó los esfuerzos de los obispos de EE.UU de negociar una excepción para las empresas que tienen fundamentos en la Fe,- incluyendo hospitales, organizaciones y escuelas católicas- que están moralmente en contra del aborto y la anticoncepción. En cambio, el Gobierno, da de plazo hasta Agosto de 2013 para obedecer o sufrir las consecuencias –una multa tan grande que podría conducir a algunas organizaciones a tener que cerrar-.  Lo duro es no ver esta nueva disposición como un ataque a la conciencia y a las instituciones católicas.
La disposición no promueve ninguna libertad civil y no logra ninguna meta importante de salud pública. El gobierno justifica la decisión argumentando que los empresarios que no proporcionan estos servicios están discriminando  a la mujer.  Pero el acceso a la libre anticoncepción nunca ha sido un derecho básico del hombre. Es más, no está demostrado que los anticonceptivos tengan secuelas en la salud de las mujeres… el embarazo no es una enfermedad que requiera “medicina preventiva”.
El Departamento de Salud justifica negar excepciones a las Asociaciones de Caridad, Hospitales y Colegios Católicos, porque dice que en realidad no se trata de instituciones religiosas. Esta puede ser la parte más preocupante de esta nueva disposición. En efecto, el gobierno está adjudicándose la competencia y la autoridad de definir qué es la fe religiosa y cómo los creyentes deben expresar su compromiso de fe y su relación con Dios en la sociedad. Estos son los poderes que nuestros gobernantes nunca antes habían asumido.
En este caso, el gobierno está imponiendo una estrecha y radicalmente individualista idea de religión, definiéndola únicamente como culto y enseñanza moral. Muchos han señalado que bajo esta definición  está gran parte de lo que Jesucristo no calificaría como ministerio “religioso”. Pero el hecho es que todo lo que hace la Iglesia es religioso. Todos los ministerios e instituciones están motivados por nuestro amor a Dios y a la misión de anunciar el Evangelio. No hacemos esas cosas porque somos trabajadores sociales o filántropos. Las hacemos porque somos discípulos.
La Iglesia Católica es el único grupo religioso visible en la vida pública de América que tiene una firme creencia con respecto a las cuestiones sobre la Vida, incluyendo el aborto y los anticonceptivos. Y las instituciones católicas hacen una mayor contribución a nuestro tejido social –salud, educación y cuidado de millones de nuestros ciudadanos, especialmente los pobres. Así que es difícil eludir la conclusión de este nuevo mandato  con el que el gobierno señala a la Iglesia.
Pero los problemas aquí van mucho más allá de la anticoncepción y de las libertades de la Iglesia Católica. Van al corazón de nuestra identidad nacional y nuestra comprensión histórica de nuestra forma democrática de gobierno. En su discurso el jueves pasado, el Papa Benedicto XVI nos dio un consejo profético para estos tiempos difíciles:

“En todo ello, una vez más, vemos la necesidad de un laicado católico comprometido, articulado y bien formado, dotado de un fuerte sentido crítico frente a la cultura dominante y de la valentía de contrarrestar un laicismo reductivo que quisiera deslegitimar la participación de la Iglesia en el debate público sobre cuestiones decisivas para el futuro de la sociedad estadounidense. La formación de líderes laicos comprometidos y la presentación de una articulación convincente de la visión cristiana del hombre y de la sociedad siguen siendo la tarea principal de la Iglesia en vuestro país. Como componentes esenciales de la nueva evangelización, estas preocupaciones deben modelar la visión y los objetivos de los programas catequéticos en todos los niveles” [Traducción de Vatican.va; http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/speeches/2012/january/documents/hf_ben-xvi_spe_20120119_bishops-usa_sp.html ]

Habrá mucho más que decir sobre esto en las próximas semanas. Pero hay algo claro en el momento presente: Ahora es un buen momento para la Catholic Action y para Catholic Voicers. Necesitamos líderes laicos a la altura de sus responsabilidades en la misión de la Iglesia. No sólo para defender nuestra fe y nuestros derechos como católicos, sino para ser líderes de renovación moral y cívica, los líderes en ayudar a dar forma a los valores y fundamentos morales del futuro de América.

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