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viernes, 17 de enero de 2014

Breves reflexiones sobre la polémica entorno al movimiento MIRA

El pasado miércoles se divulgó por las redes sociales y medios de comunicación un video en el que la fundadora de la iglesia protestante “Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo Internacional” decía a sus seguidores que por razones estéticas las personas mutiladas no debían pasar a predicar. Lo que avivó la polémica, que de lo contrario no habría sido más que otra de las ocurrencias que de vez en cuando se escuchan en el mundo del protestantismo, fue el hecho de que en el video, junto a la líder de la iglesia, apareciera el senador Carlos Baena, del Movimiento Independiente de Renovación Absoluta, MIRA, quienes fueron justamente los autores de la ley anti-discriminación.

Al difundirse el video empezaron a surgir reacciones en el mundo de la política, incluso el mismo presidente Santos rechazó el hecho ante los medios diciendo que no existe el derecho a discriminar. En las redes sociales aparecen numerosas viñetas y comentarios burlándose del hecho. Además, ha habido voces de rechazo desde otras denominaciones cristianas, junto con testimonios de personas que a pesar de la discapacidad  desempeñan el ministerio de la predicación en sus congregaciones.

Junto a esta polémica se han destapado hechos controversiales alrededor de la relación del MIRA con la iglesia cristiana. En otro video se muestra al senador Carlos Alberto Baena, pastor general de esa iglesia, instruyendo a la feligresía sobre cómo conseguir los votos. Semana publico parte del contenido de unos correos que revelarían un conflicto al interior de la colectividad provocado por el alejamiento del senador Baena de los lineamientos del partido.

En la polémica es importante distinguir entre dos hechos distintos, una cosa es el hecho de que la iglesia tenga un partido político propio, y todas las anomalías que eso causa, y otra muy distinta es que en esa iglesia se prohíba predicar a las personas discapacitadas. El primer asunto corresponde a la naturaleza de las instituciones democráticas mientras que el segundo pertenece al ámbito de las creencias religiosas de la congregación en particular.

Por esa razón sorprende que todo el mundo haya salido a opinar y rechazar la norma establecida al interior de esa iglesia. No se nos malinterprete, consideramos que es insostenible esa determinación desde las Sagradas Escrituras, pero esto lo decimos desde nuestra fe cristiana. ¿Habría tal rechazo si se tratase de una tribu indígena en la que no se permite que los discapacitados sean chamanes? La polémica suscitada es perfectamente válida si se plantea desde el Cristianismo, pero ninguna autoridad tienen los laicistas que defienden la indiferencia entre las religiones, menos aún como para amenazar con demandas. ¿Puede el Estado condenar a esta confesión por sus creencias religiosas?

Si en la Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo Internacional los discapacitados se consideran discriminados bien pueden abandonarla. Puede acusarse de hipócrita al MIRA por promover la Ley Anti-discriminación y discriminar en su religión, puede investigarse si en algún momento se ha constreñido el voto de los fieles de esa iglesia. Pero cosa distinta es que el Estado pretenda determinar lo que la gente ha de creer.

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