En una entrevista con El País de Cali el médico Gustavo Quintana, el “Dr. Muerte” colombiano que al igual que el Dr. Jack Kevorkian en Estados Unidos, se ha dedicado a practicar eutanasias de forma particular, ha reconocido que “su paciente más joven” fue un bebé de 1 año de edad, al que asesinó por solicitud de sus padres. Vale recordar que la según sentencia C-239 de 1997 la eutanasia sobre pacientes sin capacidad de expresar su voluntad sigue siendo ilegal en el país.
A continuación el aparte de la entrevista al que nos referimos:
¿Cuál ha sido su paciente más joven y el más adulto?
Los mayores han sido dos de 92 años. Y el más pequeño fue un bebé de 1 año que sus padres decidieron que se le hiciera una eutanasia, porque nació con una malformación congénita y no había posibilidad alguna de que no sufriera los dolores por esa enfermedad.
Ahora, la Corte Constitucional, en la sentencia C-239 de 1997, resolvió:
Declarar EXEQUIBLE el artículo 326 del decreto 100 de 1980 (Código Penal), con la advertencia de que en el caso de los enfermos terminales en que concurra la voluntad libre del sujeto pasivo del acto, no podrá derivarse responsabilidad para el médico autor, pues la conducta está justificada.
Lo que significa, que en el caso de eutanasiar a un paciente que está incapacitado para expresar su voluntad, sí genera responsabilidad penal para el médico autor, y probablemente para lo padres del menor también, por el homicidio cometido.
Ahora, en el misma entrevista, Quintana demuestra conocer cuál es el pronunciamiento de la Corte, y por ende, parecería ser consciente de la ilicitud de su acto:
¿En Colombia es legal hacer eutanasia?
En Colombia es legal, porque sino fuera legal yo debería estar en una prisión. Pero las premisas de la Corte Constitucional son que exista un paciente terminal que tenga un dolor insoportable, que ese paciente esté consciente para que pueda expresar su deseo para que se le aplique la eutanasia y que se la aplique un médico que tenga conocimiento de un proceso indoloro para que traiga en forma adelantada la muerte y cese su dolor.
No se entiende entonces, cómo las autoridades permiten que este “Dr. Muerte” siga por ahí aplicando fármacos letales a pacientes en condición vulnerable. Ya no siente escrúpulo alguno de confesar él mismo sus crímenes, tal vez porque sabe que se le permitirá actuar con toda impunidad.
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