Reproducimos el artículo de Germán Mazuelo-Leytón, publicado originalmente en su blog en Adelante la Fe.
Existe un virus peor que el sida y que el cáncer, se ha extendido hasta entre los hogares más cristianos. Se nos regala en cantidades asombrosas diariamente. Sin embargo, no queremos percatarnos de su peligro que continuamente nos acecha.
Su diagnóstico temible y caustico conviene ser conocido:
“¿Qué es este espíritu del mundo que tiende a adueñarse de toda profesión, de toda norma de cultura y de toda criatura humana? Es el espíritu de tensión, conflicto, oposición y desprecio de la verdad. No se preocupa de la verdad objetiva, sino sólo de la oposición entre ideas y puntos de vista constantes. Cuanto más grande sea la tensión que haya logrado crear entre ideas opuestas, más interesante será juzgada la Historia desde el punto de vista periodístico… Dialéctica es otra palabra apta para este insistir sobre el conflicto y la tensión, y tanto en la prensa como en la sociedad”.1
El ilustre periodista francés Luis Venillot decía:
El puñal más afilado, el veneno más fuerte y duradero, es la pluma en manos sucias. Con ella se puede corromper a un pueblo y a todo un mundo. Hoy se escriben cosas, de las que se probará un día que fueron semillas esparcidas del mal.
Ha pasado casi un largo siglo, y la experiencia de la corrupción social da razón a Venillot, pero la experiencia no nos ha servido mucho. Las plumas en manos sucias se han multiplicado manando aún más veneno, es una enfermedad asoladora; y no sólo son las publicaciones impías, desvergonzadas, ateas, devastadoras, son también los micrófonos radiales, y las pantallas televisivas, el internet y los nuevos medios tecnológicos de comunicación que esparcen intencionalmente la mentira, y en consecuencia es veneno lo que destilan en la vida familiar, social, profesional y religiosa.
«Hoy se habla de “realidad virtual”, entendiéndose por ello una “pseudo-realidad”, que sólo vive en la pantalla. Es cierto que “lo virtual, las simulaciones amplían desmesuradamente las posibilidades de lo real; pero no son realidades. A veces se dice que “la imagen no miente”. Más ello está lejos de ser así. La televisión puede tergiversar la realidad de mil maneras, e incluso hacer que la mentira tenga mayor eficacia y por ende resulte más nociva. Sabemos lo que un fotomontaje es capaz de llevar a cabo. Y a veces lo que aparece en la pantalla es todo un fotomontaje… Por lo demás, la gente llega a pensar que lo que no ve no existe: Non uidi, ergo non est. La televisión es espectáculo.Pero como el mundo real no es espectáculo, cuando se lo convierte en tal, los problemas quedan deformados y el televidente desinformado».2
« La verdad puede ser odiada por cualquiera de estas tres razones:
1) A causa de nuestro orgullo intelectual, que se niega a admitir que una posición, una vez adoptada puede ser falsa. (…) Con el tiempo esto lleva al prejuicio y al empecinamiento irrazonado, lo que ciega a la mente respecto de la Verdad, mediante el odio.
2) También se puede odiar a la verdad porque su aceptación requeriría que abandonáramos nuestros malos caminos. Así como el alcohólico odiará a la verdad de que el alcoholismo ha arruinado su salud, y por lo tanto debe dejarlo, así se puede odiar a la verdad que se halla en Cristo, en su Iglesia, porque exige un modo de vida contrario al modo adoptado de pecado y disolución.
3) También se puede odiar a la verdad cuando implica que otra Mente conoce la verdad de nuestras faltas, y no puede ser engañada por el falso exterior de piedad con que se engaña al mundo. Esto explica por qué tanta gente odia la doctrina del Juicio Final o se niega a creer en el Infierno como lugar de castigo. La verdad de Dios que conoce lo que realmente son, les repugna tanto que sus mentes son capaces de construir un credo personal, descabellado, que esté de acuerdo a sus alocados modos de vida. El bien nunca niega la verdad del Infierno, pero el mal lo hace frecuentemente a fin de aquietar su intranquila conciencia.
En todos los casos mencionados la Verdad es odiada porque el egoísta desea ser ley en sí mismo, y eludir así la responsabilidad, o también porque desea continuar una vida equivocada y errada que la Verdad condena, o también porque desea que nadie más sepa la verdad acerca de él». 3
Y no sólo son los impíos quienes destilan veneno y mentira, también muchos medios que se rotulan católicos, nocivos en cuanto producen maldad y confusión en las almas.
El afamado médico Bernard Nathanson, ante la interrogante de cómo los lobbies obtienen leyes pro aborto en los países, respondía que el primer paso es apoderarse de los medios de comunicación, utilizando desde ellos un lenguaje mentiroso, ambiguo, especialmente en lo referente a la vida sexual, cuya perversión es objetivo preferente para los anti-Cristo.
El mayor parecido con el comportamiento de los papagayos sigue estando en muchos de los medios masivos de comunicación. Allí los periodistas, que se dicen objetivos, neutrales, independientes u honestos, repiten todo aquello que favorezca a los dominadores del mundo. Al mismo tiempo, imponen silencio a aquellas voces que pudieren contrarrestar seriamente los objetivos propagandísticos de los Estados laicistas liberales, o de la izquierda liberticida, mediante la utilización de la vía emocional -desplazando el análisis racional, crítico y reflexivo- como técnica eficaz de manipulación de la opinión pública a través de los grandes medios de comunicación masiva.
El uso de lo emotivo provoca una especie de cortocircuito en el análisis racional y neutraliza el sentido crítico de los individuos. Ello facilita la instalación de tendencias, criterios, deseos y temores, además de inducir reacciones y comportamientos predeterminados.
El imperialismo de la imagen va demoliendo el reino de la palabra y de la inteligencia, con el consiguiente acrecentamiento de la estupidez y de la necedad… la vida moderna nos asalta por los sentidos, por los ojos, por los oídos. 4
«Y el que no cree que esto sea verdad, sino que piensa que se trata de conspiraciones inexistentes, o es tonto o está engañado por el diablo, padre de la mentira». 5
Huid, huid de los falsos profetas, nos recomendó severamente Jesús. Toda esa prensa escrita, hablada, representada, no es más que un profeta falso, que trata de inocularme un veneno incurable.
Germán Mazuelo-Leytón
1 SHEEN, FULTON J., al XV Congreso Internacional de la Prensa Católica, Roma, 1 mayo 1965.
2 SÁENZ SJ, ALFREDO, El hombre moderno. Descripción fenomenológica.
3 SHEEN, FULTON J., El temor a la bondad y el temor a la verdad.
4 Cf. SÁENZ SJ, ALFREDO, El hombre moderno. Descripción fenomenológica.
5 IRABURU, JOSÉ MARÍA, Reforma o apostasia, nº. 108.
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