Reproducimos el siguiente artículo de Germán Mazuelo-Leytón publicado originalmente en su blog en Adelante la fe.
Así fue denominada recientemente una «semana social» verificada en dependencias del Santuario Diocesano de Nuestra Señora del Socavón de Oruro en Bolivia.
Quizás alentados por la reciente visita a Bolivia de Franciscus, Obispo de Roma, y por el resonante movimiento masivo que resultó de la visita pontificia, incluido el blasfemo obsequio en un polémico acto, del Presidente Evo Morales al Papa Bergoglio, la Orden Siervos de María a cargo del cuidado pastoral del santuario mariano promovió ese ciclo de ponencias.
Los escritos de Marx exponen el propósito verdadero del comunismo: el exterminio de la religión y la abolición de todas las libertades bajo una dictadura única-mundial; que el enemigo último del marxismo no es el capitalismo, sino Dios mismo: No es la religión la que crea al hombre, sino el hombre que crea la religión… la religión es el gemido de la criatura oprimida… es el opio del pueblo. La destrucción de la religión, como una felicidad ilusoria del pueblo, es el requisito de su felicidad verdadera.1
Richard Wurmbrandt dice que «es esencial declarar enfáticamente, que Marx y sus compañeros, siendo anti-Dios, no eran ateos (como públicamente fingían ser)», sino que «odiaban a un Dios en quien creían, de lo que resulta que el comunismo, es esencialmente y por último una guerra contra la religión, en palabras de Marx «el ateísmo es el primer principio del comunismo». También Lenín afirmó: «Dios es el enemigo personal de la sociedad comunista», 2 «cualquier noción de un Señor Dios es una abominación execrable… la abominación más peligrosa, la pestilencia más odiosa».
El propósito reconocido de «aquella secta»3 «de mortal pestilencia que serpentea por las más íntimas entrañas de la sociedad humana y conduce al peligro extremo de la ruina», el marxismo, es la destrucción de la religión.
La más importante definición doctrinal sobre el comunismo marxista, la dio el Papa Pío XI, quien advirtió: «La lucha entre el bien y el mal, triste herencia de la falta original, sigue haciendo estragos en el mundo… Este peligro tan amenazador para el uso pleno y exclusivo de un partido, de un régimen, sobre la base de una ideología que explícitamente se resuelve en una propia y verdadera estatolatría pagana, en pleno conflicto tanto con los derechos naturales de la familia como con los derechos sobrenaturales de la Iglesia… el comunismo es intrínsecamente perverso y no es posible admitir en ningún terreno la colaboración con él por parte del que quiera salvar la civilización cristiana». 4
Es conocida la violencia anticatólica en los países en los que esa ideología se hizo del poder, en varios de los cuales continúa aún hoy en día su oprobioso ejercicio dominante de partido único. «En los años de la persecución comunista y de falta de libertad para la Iglesia se nos dieron mártires y profetas… con su sacrificio, unido a los sufrimientos de Cristo, han ofrecido un testimonio extraordinario, que con el paso del tiempo no pierde su elocuencia, sino que sigue irradiando luz e infundiendo esperanza».5
«Por primera vez en la historia, asistimos a una lucha fríamente calculada y arteramente preparada por el hombre “contra todo lo que es divino” (2 Tes 2, 4)».6
Muchos años pasaron hasta que los marxistas comprendieron que sería mejor para la revolución marxista no tanto combatir la religión como servirse de ella. De manera pública Lenín afirmó que destruiría la Iglesia a través de la infiltración. Bella Dodd, que había sido comunista, y fue convertida a la Fe católica por el Obispo Fulton Sheen, testimonió públicamente que había enviado personalmente un número superior a mil jóvenes a los seminarios católicos, para que pudiesen destruir la Iglesia desde su interior. Y cuando ella estaba deponiendo públicamente, dijo: «Algunos de ellos ya son Obispos». Y estaba hablando al final de la década de 1940 e inicios de los 1950.
La infiltración comunista en la Iglesia no es reciente, y tampoco menos grave. Por ejemplo en 1976, 500 sacerdotes colombianos enviaron una petición al Vaticano acusando a sus obispos de estar aliados al explotador contra el explotado”. El sacerdote Saturnino Sepúlveda, jefe del grupo marxista Sacerdotes para América Latina afirmó entonces: Yo veo a Jesucristo como el secretario general del primer partido comunista. 7
«Los marxistas aplicaron un método profundamente sicológico (y muy efectivo), a saber, el método de graduación. Primero, por una propaganda adecuada (durante los retiros espirituales, “jornadas”, “encuentros”, “congresos”, etc., y en los artículos de los periódicos teológicos) se efectuó un “lavado de cerebros” y de esta manera se “lavaron” de la mentalidad de una parte del clero, la formación y educación recibidas en los seminarios y universidades católicas; después, ya con toda facilidad pudieron inyectar, por pequeñas dosis, la cosmovisión marxista y especialmente el concepto marxista del cristianismo». 8
Esa concepción marxista del cristianismo, buscando la fermentación del marxismo desde los círculos católicos, se insufla principalmente desde la Teología de la Liberación, que viene a ser una herramienta de subversión, utilizando la religión para llegar al socialismo.
«Empero, aunque los socialistas, abusando del mismo Evangelio para engañar más fácilmente a incautos, acostumbran a forzarlo adaptándolo a sus intenciones, con todo hay tan grande diferencia entre sus perversos dogmas y la purísima doctrina de Cristo, que no puede ser mayor. Porque ¿qué participación puede haber de la justicia con la iniquidad, o qué consorcio de la luz con las tinieblas? Ellos seguramente no cesan de vociferar, como hemos insinuado, que todos los hombres son entre sí por naturaleza iguales; y, por lo tanto, sostienen que ni se debe honor y reverencia a la majestad, ni a las leyes, a no ser acaso a las sancionadas por ellos a su arbitrio».9
Cuando los totalitarios empiezan a apoderarse de un país, se valen de una eficaz fórmula desarrollada en tres movimientos:
Un acercamiento de simpatía por aliviar a las gentes oprimidas de las tribulaciones que las agobian y que, asombradas y agradecidas ante el noble gesto de librarlas de sus problemas, le abren sus puertas. Una vez que, sirviéndose de ese engaño, se apoderan del mando, empiezan a apretar los tornillos. Imponen gradualmente a sus subordinados restricciones cada vez más tiránicas. La situación que antes ya era mala, se convierte ahora en peor. Tan pronto como se afirma en el poder, desaparece la oposición. Todo adversario queda segregado automáticamente y condenado sistemáticamente a la esclavitud, a la brutalidad y hasta a la misma muerte. 10¿Cualquier parecido es pura coincidencia?
Germán Mazuelo-Leytón
1 Crítica de la filosofía de Hegel, Karl Marx.
2 Le marxisme-laninisme , J. Ousset, p.132
3 Encíclica “Quod Apostolici Muneris” de S. S. León XIII sobre el socialismo, comunismo, nihilismo y otros errores.
4 Encíclica “Divini Redemptoris”, Papa Pío XI.
5 La misión de la Iglesia en los Países del Centro-Este europeo a veinte años de la caída del sistema comunista, 1989-2009.
6 Encíclica “Divini Redemptoris”, Papa Pío XI.
7 Time, 15 de noviembre de 1976.
8 El marxismo en la teología, P. Miguel Poradowski.
9 Encíclica “Quod Apostolici Muneris” de S. S. León XIII sobre el socialismo, comunismo, nihilismo y otros errores.
10 Mi cardenal favorito, Germán Mazuelo-Leytón, http://www.conoze.com/doc.php?doc=9527.
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