NUEVA YOTK, 13 de enero (C-Fam) Existen cinco cosas que la administración de Trump debe hacer para alinear de nuevo la política exterior de Estados Unidos en los carriles pro vida y pro familia.
En primer lugar, la nueva administración debe oponerse a una mayor consolidación de las políticas de salud sexual y reproductiva en las resoluciones y programas de las Naciones Unidas, como en anteriores administraciones republicanas.
Esto significa rechazar las políticas atroces, particularmente aquellas dirigidas a los niños, e insistir en las advertencias y calificaciones que excluyen expresamente un derecho internacional al aborto. Este trabajo comenzará ya en la primavera, durante los debates del Consejo Económico y Social de la ONU.
En segundo lugar, el presidente electo Trump debe restablecer la política de la Ciudad de México y fortalecerla para lograr el propósito por el cual el presidente Ronald Reagan lo puso en práctica: mantener la ayuda estadounidense alejada de los grupos extranjeros de aborto y, más específicamente, prevenir que promuevan el aborto a través de educación y campañas políticas, cabildeo y otras actividades alrededor del mundo.
En tercer lugar, la administración Trump debe controlar la burocracia de derechos humanos de la ONU, en particular la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, que supervisa el trabajo de todo el sistema de derechos humanos de la ONU.
La Carta de las Naciones Unidas define a la secretaría de la ONU como un órgano esencialmente burocrático. Sin embargo, los comunicados de prensa y sitios web de la ONU se han referido al Secretario General como el “jefe” de la ONU. La secretaría ha pasado de facilitar la interacción entre los Estados soberanos a un papel ejecutivo, un iniciador de políticas y procesos y una guía para el desarrollo de normas internacionales, usurpando así el papel de las naciones soberanas. Este ha sido el caso especialmente con la política social, incluyendo los derechos LGBT y el aborto.
Como parte de su esfuerzo, la administración de Trump debe protestar contra una directriz recientemente publicada sobre el derecho internacional consuetudinario de la Comisión de Derecho Internacional, que combina los derechos humanos con el derecho internacional consuetudinario. De lo contrario, alimentará afirmaciones infundadas de derechos humanos nunca acordados. El período de comentarios para los estados se abrió en enero.
En cuarto lugar, la nueva administración debe ayudar a reformar los órganos creados en virtud de tratados de las Naciones Unidas ya devolverlos a una administración responsable y juiciosa de los instrumentos internacionales de derechos humanos. Estos cuerpos han usurpado la prerrogativa de los Estados para interpretar y aplicar los tratados. Uno de sus objetivos principales ha sido promover el aborto como un derecho con varios pretextos, entre ellos la igualdad de las mujeres, la tortura, el derecho a la vida, los derechos del niño y el derecho a la salud, por nombrar sólo algunos.
El gobierno de Trump tiene la oportunidad de reflexionar sobre esto antes de marzo, que es cuando el Comité de Derechos Humanos se reúne para redibujar un documento que busca declarar el aborto como parte del “derecho a la vida”. Los Estados Unidos debe ir más allá de las comisiones y actuar a través de la Asamblea General y la Conferencia de los Estados Partes sobre los tratados que los EEUU ha ratificado.
En quinto lugar, la administración de Trump debe apoyar la inclusión de la política familiar en las resoluciones de las Naciones Unidas en consonancia con el derecho internacional y evitar que el Departamento de Estado considere los derechos LGBT como una prioridad de política exterior. Los diplomáticos estadounidenses bajo la presidencia de Obama han pedido que se suprima el término de la “unidad de grupos naturales y fundamentales de la sociedad” en la Declaración Universal de Derechos Humanos de cualquier resolución de la ONU. Esto no sólo avergüenza a los Estados Unidos durante los debates de la ONU, sino que socava la Declaración Universal de Derechos Humanos como una norma social fundamental de los derechos humanos internacionales.
Esta es la segunda parte de una serie de dos partes. Vea la Parte I aquí: Trump enfrenta un tipo diferente de reforma de la ONU.
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