(Publicado en inglés en Voice of the Family) El Rvo. Antonio Spadaro, S.J., editor en jefe de La Civilità Cattolica y confidente del Papa Francisco, agitó la controversia cuando aseguro en Twitter la semana pasada que:
“La teología no es #Matemáticas. 2+2 pueden ser 5. Porque tiene que ver con #Dios y la #vida real de la #gente.”
“Dos y dos son cuatro” es frecuentemente usado como un ejemplo de una afirmación que obviamente es cierta y “dos y dos pueden ser cinco” como un ejemplo de una falsedad obvia. A menudo se usa en el contexto del abuso del poder por aquellos que impondrían la falsedad a otros en orden de fortalecer ese poder e imponer una ideología. El más famoso ejemplo de este tipo de uso es probablemente el de George Orwell quien escribió, en Mil Novecientos Ochenta y Cuatro, que:
“Al final la Fiesta anunciaría que dos y dos son cinco, y tu tendrías que creerlo. Era inevitable que ellos debieran hacer esa afirmación tarde o temprano: la lógica de su posición lo demandaba. No simplemente la validez de su experiencia, pero la mera existencia de la realidad externa, era tácticamente negada por su filosofía”
La palabras de Orwell podrían casi ser usadas como un comentario a la afirmación del Rvo. Antonio Spadaro. Spadaro es un defensor vocal de la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia, que muchos comentadores consideran se sostiene en directa contradicción en muchos puntos, a las enseñanzas de la Iglesia Católica. Es a causa de estas contradicciones, de acuerdo a una natural interpretación del texto, que cuatro cardenales de manera privada pidieron aclaración del Papa Francisco sobre el significado de algunas de estas páginas. El Papa Francisco dejó en claro a los cardenales que no iba a contestar su dubia, incitando a que ellos llevaran sus preguntas a la atención de la Iglesia universal. Desde la publicación de la dubia, figuras cercanas al Papa Francisco, como Antonio Spadaro, han dejado en claro que no esperan una respuesta proximamente.
Los defensores de la anterior proposición en Amoris Laetitia están en la posición inevitable de tener que estar de acuerdo (o al menos confesar públicamente que están de acuerdo) tanto con las enseñanzas de la Iglesia Católica como con las afirmaciones de Amoris Laetitia lo que, de acuerdo a cualquier interpretación razonable, parecería naturalmente contradictorio a la doctrina. De cualquier forma para el intelecto consentir, al mismo tiempo, dos proposiciones contradictorias es contrario a su propia naturaleza, saber la verdad. Es imposible para dos posiciones contradictorias ser verdaderas al mismo tiempo; esta es la ley de la no-contradicción. Todos quienes intentan adherirse a ambas la fe Católica y a estas proposiciones en Amoris Letitia están forzados a violar el primer principio del razonamiento humano, sin el cual es imposible para los seres humanos consentir con algo como cierto. Si dos proposiciones contradictorias son sostenidas como verdaderas al mismo tiempo entonces esto necesariamente implica la negación de la existencia de una verdad objetiva que puede ser conocida con certeza por el razonamiento humano y por consiguiente la existencia de proposiciones que puedan ser afirmadas como verdaderas o falsas.
No es sorprendente entonces ver a un miembro de la “fiesta” que defiende Amoris Laetitia ahora esté anunciando que en la teología, dos y dos pueden ser cinco, porque, para pedir prestadas las palabras de Orwell “era inevitable que ellos debieran hacer esa afirmación tarde o temprano: la lógica de su posición lo demandaba”.
La teología es una ciencia más incuestionable que las matemáticas.
La afirmación central del Rvo. Antonio Spadaro es que mientras que en matemáticas dos y dos siempre son cuatro, ese no necesariamente es el caso de la teología. Aunque Spadaro no explica su posición detalladamente la conclusión obvia es que uno no puede alcanzar el mismo tipo de certeza en las preguntas teológicas como se puede en la matemáticas. Él parece insinuar que mientras la matemática es una ciencia objetiva, en la que siempre hay una respuesta correcta y una incorrecta, la teología es más subjetiva y sus conclusiones deben ser siempre vistas como falsas o verdaderas.
Esta posición es completamente falsa. La teología es una ciencia que tiene a Dios como su objeto primario, y la revelación divina es su objeto secundario. Santo Tomás nos dice, en la primera pregunta de la Suma Teológica, que la teología tiene “mayor certeza” que cualquier otra ciencia. [1] Las matemáticas, y otras ciencias especulativas similares, “derivan su certeza de la luz natural del razonamiento humano, que puede errar”. La teología de otro lado “deriva su certeza de la luz del conocimiento divino, que no puede engañar”. Así la Iglesia puede llamar a los Católicos a dar completo e incuestionable consentimiento a todo lo que la Iglesia define y enseña al ser revelado por Dios, y rechazar todo lo que se sostenga en contradicción a ello.
Los Católicos están llamados, con la asistencia de la gracia divina, a perseverar en la práctica de la virtud teologal de la fe, “a través de la cual, inspirados y asistidos por la gracia de Dios, creemos que las cosas que Él nos ha revelado son verdaderas; no por la intrínseca verdad de las cosas, vistas por la luz natural de la razón, sino por la autoridad de Dios en sí mismo Quien revela a ellos, y Quien no puede ser engañado ni engañar.” [2]
Agnosticismo y modernismo
En Mil Novecientos Ochenta y Cuatro George Orwell identifica la negación de “no simplemente la validez de su experiencia, pero la mera existencia de la realidad externa” como la raíz de la afirmación de la Fiesta de que “dos más dos son cinco.” Esto es de relevancia para nosotros en el contexto de nuestra discusión concerniente a la naturaleza objetiva de la teología.
La herejía del modernismo niega la habilidad del intelecto de estar de acuerdo con certeza de la verdad de cualquier realidad más allá del orden sensorial. Para el defensor del modernismo “el razonamiento humano está confinado enteramente al campo de los fenómenos, es decir, a las cosas que son perceptibles por los sentidos, y en la manera en que ellos son percibidos; no tiene derecho ni poder para transgredir estos limites.”[3] En este sistema el razonamiento humano es “incapaz de elevarse a sí mismo a Dios, y de reconocer su existencia, incluso a través de las cosas visibles.” [4] Es por lo tanto imposible para el hombre dar absoluto consentimiento a cualquier doctrina concerniente a Dios o al orden supernatural.
Por lo tanto mientras el modernismo no niega la validez de la experiencia sensorial o la existencia de una realidad externa per se, niega la validez de la experiencia sensorial asistiéndonos para adherirnos con certeza a conclusiones sobre realidades externas más allá de los fenómenos sensoriales. De esta forma se hace imposible afirmar que cualquier proposición teológica sea con certeza verdadera, así, una vez estas premisas son aceptadas, cualquier cosa puede ser verdadera en teología – incluso una proposición del mismo nivel de ridiculez que “dos y dos son cinco.”
La revelación divina es para nuestra salvación.
En el primer artículo de la primera pregunta de la Suma Teológica Santo Tomás de Aquino explica la verdadera nobleza de la ciencia de la teología:
“Era necesario para la salvación del hombre que hubiera un conocimiento revelado por Dios además de la ciencia filosófica construida por el razonamiento humano. En primer lugar, de hecho, porque el hombre es dirigido a Dios, como a un final que sobrepasa la comprensión de su razón: “El ojo no ha visto, a otro Dios, fuera de Ti, que hiciera tales cosas por los que esperan en Él” (Isaías 64:4). Pero el final primero debe ser conocido por los hombres quienes deben dirigir sus pensamientos y sus acciones al final. Por tanto era necesario para la salvación del hombre que ciertas verdades que exceden la razón humana fueran conocidas por él por medio de la revelación divina.” [5]
Estas verdades son un regalo de Dios para permitirnos disfrutar la felicidad eterna con Él. Déjennos honrar a Dios defendiéndolas con una innegable e inquebrantable fe.
[1] Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica I.q.1 a 5
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