Reproducimos el siguiente artículo de Germán Mazuelo-Leytón, publicado originalmente en el diario La Patria.
Está nuevamente sobre el tapete el tema de la despenalización del aborto. Ese crimen abominable ya que se trata del ser más indefenso: el nasciturus.
Se evidencia la clara intencionalidad del actual legislador en despenalizar el aborto a través de excepciones arbitrarias y amplias, que pretenden violentar el derecho a la vida del concebido-no-nacido protegido por la Constitución Política del Estado (CPE) y desconocer el fallo emitido por el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) sobre la materia.
Aparentemente, lo que no lograron los grupos pro aborto con la solicitud de inconstitucionalidad de los arts. 263-269 del CP (relacionados todos ellos al delito de aborto), ahora se pretende establecerlo mediante la reforma del sistema penal introduciendo inconstitucional, ilegítima, inmoral y arbitrariamente el contenido del art. 157 del código.
Tal discusión y propuesta ya han sido zanjadas a favor de la vida y el ser humano a través de la sentencia constitucional 206/2014, misma que ha merecido la calidad de cosa juzgada material, por lo que no corresponde reabrir este debate.
Decía el Papa Juan Pablo II que las raíces del infanticidio se hunden, antes que nada "en una concepción de la libertad que exalta de modo absoluto al individuo, y no lo dispone a la solidaridad, a la plena acogida y al servicio del otro".
Una "ideología del mal" encarnada en las estructuras sociales, que promueve la manipulación genética, esterilizaciones masivas, corrupción de la inocencia, eutanasia -ahora extendida también a los niños-, y, sobre todo aborto que ataca la raíz misma de la vida.
Alguien dijo recientemente que con una ley que despenalice el aborto o sin ella "el aborto es una realidad en el país". Y sí, es una realidad, que no fuera tal, si aquellos médicos que hicieron el juramento hipocrático para dedicarse completamente a la vida, no se convirtieran en carniceros despiadados, que habiendo perdido la recta conciencia lucran a costa de este crimen horrendo. Y es una realidad por las campañas soterradas y abiertas que verifican organizaciones internacionales con grandes financiamientos, las cuales emplean todos los recursos a su alcance en su empeño de lograr la completa liberalización del aborto.
"Las fuerzas que traman la imposición mundial del aborto adoptan como regla casi general: a) disimular al máximo que sus esfuerzos se encaminan hacia ese objetivo; b) presentarse con frecuencia como lo que no son, para producir desinformación, haciendo así más fácil la obtención de su meta" (55 preguntas y respuestas. Acción Familia).
Los abortistas utilizan sofismas, mistificaciones y slogans: como aquella de que los bebés no nacidos forman parte del cuerpo de sus madres; alteran estadísticas cuando señalan que "un alto número de mujeres mueren a causa de abortos clandestinos, practicados en condiciones inseguras e insalubres", etc.
Tal como se ven las cosas, el papel menos agraciado actualmente es el de ser persona, porque ninguna vida en la tierra está más amenazada y menos protegida que la del hombre. Casi nada es tan peligroso para el ser humano como el ser humano mismo.
El término "feminismo" o "feminista" es utilizado frecuentemente de muchas formas. Aquí nos referirnos a lo que es el feminismo radical. La secta feminista, defiende la teoría de que las naturalezas masculina y femenina no son innatas, llevan como bandera la teoría de que el condicionamiento social produce dichas obvias diferencias en el comportamiento masculino y femenino y por lo tanto, predican que para igualar el campo de juego entre hombres y mujeres, se debe ajustar el condicionamiento de los niños (¡!), utilizando el sofisma de "patriarcalización" inocula la falsedad de que los hombres son extremadamente violentos hacia las mujeres, hace hincapié en que los hombres son los culpables de la infelicidad y la miseria de la mujer.
La agenda feminista, como otras agendas y lobbies vienen de lejos, no son recientes, ya que aplican una gradualidad en sus métodos en dirección de un objetivo radical.
¿Por qué el aborto, la drogadicción, la violencia criminal, el divorcio y la perversión sexual están en sus máximos niveles históricos? Cuando Nuestra Señora se apareció en Fátima en 1917, del 13 de mayo al 13 de octubre, ya el mundo estaba en muy mal estado. El Papa San Pío X al inicio de su pontificado (alrededor de 1905) dijo que los días eran tan malos que él pensaba que el anticristo ya estaba en la tierra. La Primera Guerra Mundial fue infligida a la humanidad como un castigo. Nuestra Señora de Fátima nos dijo que "la guerra es un castigo por el pecado."
Así, la crisis de la civilización moderna es ante todo una crisis moral, resultante del abandono de las enseñanzas de la Iglesia, con la consecuente pérdida de sabiduría y de virtudes cardinales como la templanza, lo cual acarrea desequilibrios de todo tipo: alcohol, drogas, infidelidad conyugal, sexualidad desenfrenada, perversiones sexuales.
«En el principio, Dios creó el cielo y la tierra» (Génesis 1, 1): tres cosas se afirman en estas primeras palabras de la Escritura: el Dios eterno ha dado principio a todo lo que existe fuera de Él. Solo Él es creador (el verbo «crear» -en hebreo bara- tiene siempre por sujeto a Dios). La totalidad de lo que existe (expresada por la fórmula «el cielo y la tierra») depende de Aquel que le da el ser.
Y este atribuirnos a nosotros este rol Único del Creador, es caer en la misma primera tentación de nuestros primeros padres: querer ser como dioses.
El delito del aborto clama venganza al Cielo.
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