Reproducimos el siguiente artículo del P. Mario García Isaza, sacerdote formador del seminario arquidiocesano de Ibagué.
Doctor Juan Manuel Santos, Presidente de Colombia :
Ha dicho usted, en el curso de su visita al Reino Unido, refiriéndose a la derrota que sufrió en el plebiscito del dos de octubre, que quienes en esa fecha votamos NO, lo hicimos engañados por una campaña hecha de trampas y mentiras. Es este uno más en la serie de desatinos en que, lamentablemente, suele usted incurrir. Así como montó toda la campaña en favor del SÍ sobre la falacia de que quien no lo apoyara mostraría ser amigo de la guerra, ahora fundamenta su estrategia para soslayar los alcances y eludir las consecuencias del resultado plebiscitario, en los despropósitos de alguien que hizo parte de uno de los grupos que lograron la victoria del NO.
Sus declaraciones, señor Presidente, son profundamente ofensivas y temerarias. Afirma, con ellas, que quienes nos opusimos, mayoritariamente, al proyecto de acuerdo que precipitadamente usted firmó con las FARC, lo hicimos engañados, sin ser conscientes de lo que hacíamos, llevados por otros como borregos, sin razones fundadas que sustentaran nuestro voto. ¡Ah, no, señor! ¡Alto ahí!
El voto con que fue vencida la aplastante maquinaria que presagiaba una victoria demoledora del SÍ, fue un voto consciente, reflexivo, dado en conciencia. Tal vez quienes votaron SÍ, –muchos de ellos, por lo menos– sí lo hicieron engañados por una campaña sinuosa y aranera, que disfrazaba con eufemismos realidades inocultables.
Nosotros votamos NO por amor a Colombia; votamos NO por fidelidad a nuestros principios; votamos NO porque fuimos capaces de ver más allá de las narices, y supimos percibir, en el impotable texto del pretendido acuerdo, muchas cosas inspiradas en una antropología y en una visión de la sociedad de carácter materialista y atea; votamos NO porque estamos convencidos de que la total impunidad con que allí se cobijaba a los peores criminales encierra una intolerable injusticia; votamos NO porque rechazamos de plano la pretensión de convertir el narcotráfico y el secuestro en acciones merecedoras de indulto, atribuyéndoles conexidad con el delito político; votamos NO porque las gabelas políticas munificentes que se ofrecían a quienes tanto mal le han causado a Colombia nos parecían del todo inadmisibles; votamos NO porque encontramos, en el transfondo de todo el acuerdo, una concepción ideológica perversa en relación con la familia, con la ley natural, que es ley de Dios, con la moral cristiana que profesamos sin ambages. Por esas razones, señor Presidente, y por muchas otras, votamos NO. No lo hicimos engañados ni a la topa tolondra. Y si hoy se propusiera a nuestra aprobación o rechazo un “acuerdo” del que no se hubiesen removido esos imposibles morales, tenga la seguridad de que volveríamos a votar NO, mil veces NO.
¡Qué bien le vendría a usted, señor Presidente, retractarse de los dicterios que viene lanzando contra quienes derrotaron sus pretensiones y las de los sediciosos! Qué bien le vendría a Colombia y a los intereses de una auténtica paz un gesto democrático suyo, por el cual reconociera de una vez, y de verdad, las consecuencias del resultado del 2 de octubre; qué bien le vendría no seguir actuando ensoberbecido por enaltecedores premios internacionales, y entender que no es camino conducente a una paz auténtica, basada en la verdad, la equidad y la justicia, su política claudicante frente al crimen.
Todos, señor, queremos la paz; no siga etiquetándonos de guerreristas, y ahora de engañados y ciegos. A todos nos duelen, como a usted, la muerte y el sufrimiento de miles de colombianos víctimas de este conflicto atroz y criminal. Desde nuestra ética católica, nuestro rechazo a la violencia es más claro y más rotundo aún. Pero no podemos sacrificar valores intangibles en aras de una paz injusta y falaz. Ni aprobar un proyecto de nación inspirado en doctrinas inocultablemente erróneas.
Del señor Presidente,
atte.,
Mario García Isaza, c. 41079
Ibagué
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