Cientos de católicos se reunieron en las calles y´plazas de las principales ciudades de Colombia para elevar una plegaria por nuestro país. Recordando el mensaje de la Santísima Virgen en sus apariciones en Fátima, los laicos católicos se unieron para acudir al Santo Rosario para combatir los “errores de Rusia” que ahora pretenden instalarse en nuestro país, “promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia”.
La iniciativa, surgida de la Sociedad de Jóvenes de Cristo Rey en Bogotá, secundada por la Red Lepanto de organizaciones católicas de Medellin, y que el Movimiento de Laicos Católicos de Colombia convirtió en una gran convocatora nacional, movilizó el sentir de los fieles laicos, que ante la aparente inevitablididad de la instauración de un régimen anticristiano en nuestra patria, recurrieron a los medios sobrenaturales, siempre efectivos, ante la insuficiencia de los esfuerzos humanos. También se aprovechó para hacer un llamado a la jerarquía católica, a no permanecer muda e indiferente ante los planes del comunismo en nuestro país.
Los fieles meditaron con devoción y piedad los misterios del Santo Rosario, pidiendo por la obra de la Iglesia en nuestro país, para evitar el desarraigo de la Fe promovido por el secularismo y el Comunismo ateo; por la familias católicas que luchan por mantenerse en fidelidad a la Fe que les fue transmitida, que Dios las proteja de la agenda destructora del homosexualismo que busca su suplantación, parodia y destrucción; por la vida humana naciente, que Nuestro Señor y la Santísima Virgen la protejan de las instituciones públicas y privadas que maquinan por su eliminación; por la inocencia de los niños, que Nuestra Señora proteja en ellos la semilla de la Fe y la Virtud ante el adoctrinamiento corruptor de la Ideología de Género y el liberalismo hedonista; y por la Santa Iglesia Católica, para que el Señor Jesús la conserve en fidelidad al Evangelio que recibió y extirpe de su seno todos los errores y herejías que intentan sofocarla.
Al final del Santo Rosario, se invocó con fervor la protección de San Miguel Arcángel para nuestra patria y se renovó la Consagración de Colombia al Sagrado Corazón de Jesús, pacto indeleble del Señor con su pueblo, con la Fe y la Esperanza puestas en sus promesas de salvación para nuestro país.
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