Luego de la maniobra fallida para intentar imponer la legalización del aborto en El Salvador utilizando el “caso Beatriz”, que finalmente les salió por la culata pues no sólo puso en evidencia la manipulación mediática y abortista, sino que además demostró que el aborto nunca es un procedimiento necesario para salvar la vida de la madre, ahora el lobby internacional del aborto quiere instrumentalizar otro caso, el de una niña de 11 años que fue violada por su padrastro, para forzar la legalización del aborto en Chile.
Belén es una niña de 11 años que quedó embarazada tras violaciones repetidas por parte de su padrastro. Más tardó el caso en salir a la luz pública que las organizaciones abortistas a tomarlo como excusa para exigir la legalización del aborto en Chile. El contexto no podía ser mejor: El bloque socialista tiene en el Congreso un proyecto para legalizar el “aborto terapéutico”, y sumado a eso, Chile está en plena campaña electoral a la presidencia y la favorita en las encuestas, la ex presidente Michelle Bachelet, ha tomado la despenalización del aborto y el “matrimonio” homosexual como bandera de campaña.
Hoy, el lobby pro-aborto ha quedado con los crespos hechos, luego de que en entrevista a los medios, Belén haya dicho: “va a ser como una muñeca que voy a tener en mis brazos. La voy a querer mucho aunque sea de ese hombre que me hizo daño, igual no más la voy a querer.” La voz que las abortistas como Michelle Bachelet dicen representar al demandar el aborto como “derecho”, no es, por lo menos, la voz de Belén. Ella, en medio de su inocencia, sabe que este no es un asunto de “derecho a decidir”, sino de alguien que ya existe y tiene derecho a seguir viviendo.
Dejando de lado, lo conveniente que las organizaciones abortistas encuentran estos casos extremos, quisiera subrayar dos aspectos que saltan a la vista: el primero de ellos es la relativización que los mismos abortistas se obligan a hacer frente al “derecho a decidir”. Bachelet empezaba por decir que la decisión debía ser de la madre, para acto seguido preguntarse por la capacidad de decisión de una niña de 11 años y luego afirmar que consideraba que en estos casos el aborto era lo correcto. Para ellos el “derecho a decidir” no es más que “el derecho a decidirse por abortar” pues esa, para ellos, ha de ser la salida por defecto para todo embarazo en crisis. En segundo lugar, salta a la vista la desconexión entre la realidad y la mentalidad de las mujeres concretas frente a la “voz” que las feministas pretenden representar.
Saludamos la valentía de Belén para defender la vida de su hija frente a las presiones abortistas, y pedimos al gobierno chileno que tome todas las medidas necesarias para garantizarle una maternidad digna.
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