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martes, 31 de marzo de 2015

¿Bautizar, o no, a “hijos” de parejas LGBT?, por P. José Luis Aberasturi y Martínez

Reproducimos este importante artículo del P. José Luis Aberasturi y Martínez, publicado originalmente en el sitio Adelante la Fe.

En la Diócesis de Osma-Soria acaba de hacerse pública una orientación pastoral, dirigida a los párrocos, para que acepten al Sacramento del Bautismo a los niños de parejas homosexuales, cualquiera que haya sido el método usado para su “producción” (lo de “producción” lo pongo yo, intencionadamente): adopción legal, inseminación, alquiler de útero, etc.

La razón aducida es que “el pequeño debe ser acogido con la misma atención, ternura y solicitud que reciben los otro niño”, dejando claro que “no pretende juzgar la conciencia de nadie”, pero sin olvidar constatar, como no podía de ser otra manera, que “sea objetivamente contradictoria con las enseñanzas de la Iglesia Católica” la conducta moral de esas parejas.

Para dar mayor énfasis, la circular se apoya en recordar la gratuidad del Bautismo, señalando además que, “la Iglesia y los padres privarían al niño de la gracia inestimable de ser hijo de Dios si no le administraran el Bautismo”.

Pues me da que, en la Iglesia Católica, si esto sigue adelante, vamos a aportar a la historia y a la ciencia acumulada de la Humanidad un hallazgo como nunca se había logrado: LA CUADRATURA DEL CIRCULO. ¡Sí, señor! Y como estamos en una página como esta, añadiré: ¡Amén. Aleluya!

¿Por qué “cuadratura del círculo”? Porque la Iglesia, y lo digo sin juzgar las intenciones de ningún pastor ni de ninguna oveja –esto hay que decirlo obligatoriamente, tal como están las cosas: en caso contrario quedas como un patán o un ultramontano del siglo IX-, con estas directrices, la Iglesia, se contradice a sí misma: Y un reino dividido contra sí mismo, no puede subsistir (Jesucristo). Y, si no se remedia –aún hay tiempo, que conste-, estamos abocados a ello.

¿Por qué lo digo? Porque esta bienintencionada pastoral se da de bruces con el Derecho Canónico, que rige jurídicamente la vida de todos en la Iglesia: Jerarquía y fieles; pero, muy en primerísimo lugar, de la Jerarquía, que ES JERARQUÍA PORQUE SIRVE A LOS FIELES, porque “el hombre es el lugar de la Iglesia”, como dijo san Juan Pablo II.

Ahora bien: ¿cómo sirve la Iglesia –la Jerarquía- al hombre? Desde la diaconía de la VERDAD y del BIEN y en orden a LA SALVACION. Si olvidase esto, traicionaría a todos: a Jesús, en primer lugar, y por eso mismo y como consecuencia necesaria, a las almas todas.

A la hora del Bautismo, es cierto que, sin él, no podemos ser hijos de Dios: nos hace hijos suyos, nos infunde la Fe, la Esperanza y la Caridad, nos infunde todas las demás virtudes –cardinales, morales-, comunicamos en el tesoro de gracia –Comunión de los Santos- que es la Iglesia y se nos abren las puertas del Cielo, porque al perdonarnos el pecado original nos rescata del poder de las tinieblas. Por eso el Bautismo es un principio absoluto para el que tiene posibilidad de acceder a él y hacerse cristiano, católico.

Pero, como con cualquier otro Sacramento, si nos quedásemos sólo en el ex opere operato –en lo que el Sacramento es y opera por sí mismo- estaríamos cayendo en un sacramentalismo ciego e inútil. Y quizá incluso sacrílego.

Por eso la Iglesia, Madre y Maestra, desde siempre, ha tenido también en cuenta –y así lo ha ENSEÑADO y EXIGIDO- el ex opere operantis; de tal manera que, sin certificarse de este último extremo, no permite el acceso al Sacramento correspondiente. Al menos, hasta no hace muchos años.

¿Por qué? Porque ha atendido siempre la advertencia del mismo Jesús: No podéis echar las perlas a los cerdos. Y porque acceder a un Sacramento sin las condiciones requeridas para su validez y licitud es NO RECIBIRLO, en el mejor de los casos: porque puede perfectamente ser pecado mortal, y no recibir la gracia sacramental específica.

Por ejemplo: si uno “comulga” EN PECADO MORTAL, no ha comulgado; sino que peca gravemente: COMETE UN SACRILEGIO. Por eso recuerda la Iglesia –o recordaba hasta no hace mucho- las condiciones para acceder a la Comunión: ausencia de pecado grave, y el ayuno preceptivo.

Y en el caso del Bautismo, ¿qué recuerda y exige la Iglesia, Madre y Maestra? Pues que no se puede bautizar sin permiso de los padres; por ejemplo. O que no se puede admitir al bautismo si no hay seguridades de que la criatura VA A SER EDUCADA EN LA FE CATOLICA.

En el Bautismo de infantes, a la entrada de la iglesia, el párroco pregunta a los padres y padrinos: -“¿Qué pedís para este niño?”. Y contestan: -“La Fe”. Y ante la pregunta respecto al por qué, contestarán: -“La salvación”.

¿Qué van a contestar una pareja de lesbis ante estas preguntas? ¿Si es bebé masculino –caso de que lo reconozcan así, como macho-: “Esperamos que le salga un buen novio” Y si es fémina, “una buena novia, y rica”? Si viven como viven, con declaración expresa de seguir igual, ¿habrá que ser obispo o párroco para creerse que hay garantías de SER EDUCADO FE”? ¿A qué jugamos?

Como no se puede acceder a casar a una pareja SI NO SON HOMBRE y MUJER, SI ESTAN ATADOS POR ANTERIOR MATRIMONIO, SI NO SON LIBRES PARA CASARSE, y SI NO SON CAPACES DE SABER LO QUE HACEN Y DE ASUMIR LOS COMPROMISOS MATRIMONIALES: por ejemplo, SI EXCLUYEN A PRIORI LOS HIJIOS.

Y, ¿a quién corresponde la vigilancia y las garantías del EX OPERE OPERANTIS? A la Jerarquía, en todos sus niveles.

En esta pastoral, a la espera de lo que decida la Iglesia universal o la Conferencia Episcopal, se hacen oídos sordos, se cierran los ojos, se endurece el corazón –para con Dios, aunque “aparentemente” se abra para la criaturita: no es verdad, es sólo apariencia-, se obnubila el entendimiento, y se desfiguran la VERDAD y el BIEN, recibidos de Jesús, como depósito y administradores en su Iglesia.

Es, al pie de la letra, lo que tantas veces echará en cara Jesús a los jerarcas religiosos de su época: Teniendo ojos, no veis; teniendo oídos, no oís; y teniendo entendimiento, no entendéis. Y rechazarán a Jesús, y lo cambiarán por Barrabás, y lo entregarán para crucificarlo.

Así veo las cosas, después de 35 años de sacerdote. Y, a veces, tiene uno la tentación de pensar si en la Iglesia todavía alguien cree en algo que sea VERDAD, o si alguien cree aún en Jesucristo y pretende ser fiel a lo que dijo y a lo que hizo.

Y, para terminar, me gustaría recordar lo que advirtió Newman -siendo anglicano y sin saber que iba a acabar católico y cardenal- a su iglesia: que si ganaba la nueva tendencia “liberal” –que por aquel entonces no era muy numerosa, pero venía pegando fuerte-, la iglesia anglicana desaparecería.

Y es lo que estamos viendo. Como vemos que desaparece la Iglesia Católica donde renuncia a defender la Verdad Revelada, y donde ceja en su empeño de salvar al hombre. El BUENISMO no arregla nada porque NO ES SALVADOR, es CONDENADOR.

Padre José Luis Aberasturi y Martínez

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