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sábado, 1 de octubre de 2016

Editorial: El voto que me dicta la conciencia

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Desde que Voto Católico Colombia fue fundado en el 2011, siempre hemos defendido la preeminencia del "voto de conciencia" sobre el "voto útil". La gravedad de la situación presente se encuentra, más que en el hecho de que un país católico como el nuestro se encuentre bajo un régimen abiertamente anticristiano, en el hecho de que tal régimen se sostiene gracias al voto de los mismos católicos que bajo la mentalidad de "votar por el mal menor" terminan abriendo de par en par la puerta al mal mayor.

La Doctrina de la Iglesia es clara: “La conciencia cristiana bien formada no permite a nadie favorecer con el propio voto la realización de un programa político o la aprobación de una ley particular que contengan propuestas alternativas o contrarias a los contenidos fundamentales de la fe y la moral”. Por eso es que principios como la Vida, la Familia o la Libertad de la Iglesia son considerados "no negociables", porque no es lícito renunciar a ellos con el pretexto de obtener otro bien, por muy elevado que sea. El Papa Pablo VI recordaba en la Humanae Vitae que "En verdad, si es lícito alguna vez tolerar un mal moral menor a fin de evitar un mal mayor o de promover un bien más grande, no es lícito, ni aun por razones gravísimas, hacer el mal para conseguir el bien, es decir, hacer objeto de un acto positivo de voluntad lo que es intrínsecamente desordenado y por lo mismo indigno de la persona humana, aunque con ello se quisiese salvaguardar o promover el bien individual, familiar o social."

En este orden, más importante que los efectos prácticos a nivel político efectivo, es decir que la necesidad de bloquear tal o cual candidato votando por aquel otro que igual es inaceptable, es el hecho de que el voto representa una acción moral, un acto positivo de la voluntad, de la cual tendremos que ser responsables ante Dios. Sabemos que las fuerzas anticristianas detentan el poder político, económico y cultural en el mundo moderno; sus fuerzas nos superan temporalmente, pero al final Cristo vendrá e impartirá justicia castigando todos los males que hoy les son permitidos. Mejor votar por una opción legítima aunque sin opciones de éxito, o no votar, que votar por una opción con más probabilidades pero que por ello implica colaborar prácticamente con el mal.

Desde que fue publicado el acuerdo de La Habana, nos hemos puesto en la tarea de analizar detalladamente su contenido e implicaciones. Dado lo extenso del texto y el poco tiempo dado por el gobierno para su estudio, muchas de las cuestiones de mayor gravedad no han salido a la luz sino hasta el último momento. Es así como hemos encontrado que los acuerdos promueven la agenda LGBTI al introducir el "enfoque de género" como elemento transversal y la promoción de las "organizaciones de diversidad sexual". Así mismo, introduce el concepto de "derechos sexuales y reproductivos" (que enmascara toda perversión sexual posible) e implementa la CEDAW, cuyo comité reclamó a Colombia la legalización total del aborto. Todo esto entraría a convertirse en materia constitucional de aprobarse el plebiscito. Además el acto legislativo 01 de 2016, entraría en vigencia si gana el SI, dándole poderes especiales al presidente para legislar por decreto e imponer al congreso reformas constitucionales sin que estas puedan ser modificadas.

Como si fuera poco, un insumo de la Comision de la Verdad en La Habana, probablemente introducido por el P. Javier Giraldo S.J., acusa a la Iglesia Católica de "implicarse en la violencia en Colombia" por haberse opuesto a las ideologías liberal y comunista, y a la herética Teología de la Liberación, por ser contrarias a la Fe. Esto la haría susceptible de juzgamiento por el Tribunal Especial para la Paz, que en los acuerdos tiene poder para juzgar a cualquier persona, civiles o militares, involucrado "directa o indirectamente" en el conflicto. Por otro lado, las FARC han empezado a presentar su futura plataforma política y el primer punto en ella es la defensa del "derecho a abortar". Dado que el acuerdo les garantiza 10 curules automáticas en el Congreso, votar SI en el plebiscito equivale en la práctica a votar por las FARC para el Congreso.

En 2014 advertimos de la agenda anti-vida y anti-familia del gobierno Santos, y que una posible reelección suya abriría las puertas al "matrimonio" y adopción gay, y a la imposición de la Ideología de Género en los colegios. No obstante, Santos fue reelegido, y con el apoyo de autoridades eclesiales que le permitieron hacer campaña desde los púlpitos, y los resultados llegaron como calamidades profetizadas por Jeremías: El gobierno impulsó ante la Corte el "matrimonio" y la adopción gay, promovió el "cambio de sexo", y tiene listo un decreto para covertir la agenda LGBTI en política pública. La Iglesia ayudó a reelegirlo, y a cambio el gobierno se propone acabar con la educación católica al forzarla a someterse a la Ideología de Género.

Ahora, la historia parece repetirse: Con el apoyo de la Iglesia Católica, se aprobará una agenda política que directamente alimentará el fuego de la próxima persecución contra las familias e instituciones católicas. Aunque la Conferencia Episcopal ha dejado a la conciencia individual de los fieles el decidir su voto en el plebiscito, son varios los obispos que han hecho campaña en favor del SI. Encima, los medios corren la noticia de que el Papa Francisco condicionó la visita a Colombia a que el SI gane en el plebiscito. Así es que parece inevitable que el acuerdo será aprobado y gracias al voto de los católicos.

Aún así, aunque la victoria del SI parece inminente (el gobierno ha hecho campaña con los recursos públicos mientras ha censurado la campaña por el NO), la conciencia me obliga a votar NO en el plebiscito. El acuerdo de La Habana contiene elementos que son contrarios a la Fe Católica y no me es posible votar SI a tales acuerdos sin estar colaborando directamente con el mal. Bonum ex integra causa; malum ex quocumque defectu (“el bien proviene de una causa íntegra; el mal de cualquier defecto”), así es que cualquier elemento positivo que pudiera traer el acuerdo queda anulado por los males anteriormente citados. Ciertamente me preocupa menos ser acusado aquí en la Tierra de "querer la guerra" (Así la acusación venga del mismísimo Papa), que tener que responder ante el Juicio Final por haber colaborado con la promoción del pecado y la persecución de la Iglesia Católica.

Jesús Herrera
Director
Voto Católico Colombia

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