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miércoles, 10 de junio de 2015

Gobernante católico, por Germán Mazuelo-Leytón

Reproducimos el artículo de Germán Mazuelo-Leytón, publicado originalmente en el periódico La Patria.

El 10 de abril de 2010 Lech Kaczynsky, Presidente de Polonia, junto a su esposa la economista María Kaczyńska, y otros 94 dignatarios de Estado, civiles y militares, fallecía en un "accidente" al estrellarse en territorio ruso, el avión que los transportaba. "Algunas hipótesis hablan de que los Servicio Secretos Rusos derribaron el avión porque Lech era un político molesto a los intereses de la capital moscovita".

"El presidente Kaczynsky era sin lugar a dudas un terrible obstáculo para la imposición del gobierno global en Europa y la razón de esto se debe entre otras a las siguientes:

- El gobierno polaco se resistió a la imposición de la Comunidad Económica Europea (CEE) a no devaluar su moneda en relación al Euro.

- El Gobernador del Banco Central quien tomó la medida antes mencionada, también dijo que no pretendía tomar préstamos al FMI.

- Polonia no estaba en recesión en el año 2010 a diferencia de toda Europa.

- Se opuso al Tratado de Lisboa (el sustituto de la propuesta Constitución Europea).

- Kaczynsky prometió perseguir a los comunistas que mataron a polacos durante la ocupación.

- Fue Kaczynsky el último presidente realmente católico de Europa, impregnando a su nación de este sentido religioso, oponiéndose a las políticas abortistas y homosexualizantes de la ONU. Era considerado un católico tradicionalista y los sectores judíos lo consideraban antisemita.

- Polonia se negó a la imposición de la ONU y la OMS de comprar vacunas contra la gripe A (H1N1)"

En una Europa secularizada, y no obstante que Polonia es un estado laico, el 91% de los ciudadanos se declaran católicos, así, recientemente fue muy grato, ver al Presidente electo de Polonia, Andrzej Duda, de rodillas ante el Sagrario, luego de haberse hecho oficial que había obtenido la Presidencia polaca en balotaje. En la primera vuelta también había obtenido la mayoría de las votaciones, un 35 %.

Andrzej Duda es de las nuevas generaciones de políticos católicos. Su propuesta contempla políticas sociales en pro de las clases más desfavorecidas y el retorno a los valores cristianos tradicionales y de la familia. El nuevo gobernante polaco es contrario a la cultura de la muerte.

He ahí el programa de un gobernante, que se declara católico, el ideario de un político católico, que no lo es por conveniencias contingentes, y a veces superficiales, así como efímeras, sino por conciencia y formación. Políticos que se declaran católicos, pero que en la práctica verifican una política sin Dios, ejemplos de esos tenemos muchos. Son aquellos que se suman a las fuerzas anti-Cristo, aunque fingen estar animados por la Fe católica.

Por esa razón el Papa Benedicto XVI hacía esta convocatoria: "Renuevo mi llamamiento para que surja una nueva generación de católicos, personas renovadas interiormente que se comprometan en la política sin complejos de inferioridad. Esa presencia no se puede improvisar, sino que es necesaria una formación intelectual y moral que, partiendo de la gran verdad alrededor de Dios, el hombre y el mundo, ofrezca juicios y principios éticos en aras del bien de todos" (Mensaje a la Semana Social Italiana, 14-X-2010).

También Benedicto XVI ilumina la acción política de los laicos, de la siguiente forma: "No es expresión de laicidad, sino su degeneración en laicismo, la hostilidad contra cualquier forma de relevancia política y cultural de la religión".

León XIII el gran Papa de la Doctrina Social de la Iglesia, decía: "Hubo un tiempo en que la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados. En aquella época la eficacia propia de la sabiduría cristiana y su virtud divina habían penetrado en las leyes, en las instituciones, en la moral de los pueblos, infiltrándose en todas las clases y relaciones de la sociedad. La religión fundada por Jesucristo se veía colocada firmemente en el grado de honor que le corresponde y florecía en todas partes gracias a la adhesión benévola de los gobernantes y a la tutela legítima de los magistrados. El sacerdocio y el imperio vivían unidos en mutua concordia y amistoso consorcio de voluntades. Organizado de este modo, el Estado produjo bienes superiores a toda esperanza. Todavía subsiste la memoria de estos beneficios y quedará vigente en innumerables monumentos históricos que ninguna corruptora habilidad de los adversarios podrá desvirtuar u oscurecer" (Encíclica Immortale Dei, Nº 9).

Se trata de no abandonar al Diablo la política, la ciencia, el arte, el deporte, el cine, la moda, las diversiones, todo debe ser sometido a la mente, a la doctrina y a los mandatos de Cristo Rey.

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