La semana pasada, la red social Twitter se llenó de comentarios en contra de una campaña publicitaria lanzada por Profamilia en el metro de Medellín. Con el hashtag #AbortoNoEsCulturaMetro, los twitteros expresaron indignación por una campaña destinada a promover el aborto con las expresiones “la decisión es tuya” o “398.000 abortos no debieron ser clandestinos”.
La campaña insiste en la cifra de los supuestos 400.000 abortos clandestinos del estudio realizado por el Instituto Guttmacher, asociado a la abortista IPPF. Esta cifra ya fue demostrada falsa por parte de la investigación del profesor Elard Koch, que encontró que las cifras presentadas por Guttmacher no tienen ningún asidero en la realidad objetiva, no documenta ningún hecho, sino que se trata de meras estimaciones, que han sido infladas artificialmente, por lo menos unas 18 veces. En este sentido, la campaña puede ser calificada de publicidad engañosa, pues afirma un hecho que no es real, para dejar una idea equivocada en la población.
Pero la campaña muestra la plenitud de su perversidad cuando se analiza una de las frases que acompaña los carteles gigantes pagados por la organización abortista. En ella supuestamente se cita a una mujer de 27 años que dice “vivía deprimida y llena de angustias, sentía que estaba poniendo en riesgo mi vida”. Esta frase se corresponde exactamente con la estrategia de Profamilia para realizar abortos en cualquier circunstancia, usando la causal “salud” como coladero, tal como denunciamos en su momento. La misma Profamilia produjo y publicó un video instructivo en el cual el asesor de la institución aconsejaba a una joven la realización de un aborto invocando la causal “riesgo para la vida y la salud de la madre”, cuando la joven no había expresado más que angustia y depresión por el embarazo.
Este coladero fue abierto por la Corte Constitucional en la sentencia T-585 de 2010 en la que determinó que “la causal de peligro para la salud y la vida de la mujer gestante no cobija solamente la protección de su salud física sino que también se extiende a “aquellos casos en los cuales resulta afectada su salud mental”. Por eso no es nada extraño que al ser interrogado por El Espectador, el ex magistrado Humberto Sierra Porto defienda la campaña, aunque cínicamente admita “todavía hay un margen amplio de interpretación para esta sentencia y que la sociedad, así como los jueces, deben trabajar en ello”.
De hecho, recientemente la Corte Constitucional falló la tutela T-532 de 2014 en la que llama al Congreso de la República a definir el límite gestacional para la práctica del aborto en Colombia (por lo que es probable que volvamos a ver el tema del aborto en las próximas legislaturas). Esta sentencia es producto de una tutela de una mujer contra la EPS por no autorizarle un aborto, pero cuando se examinan los hechos como los relata la sentencia nos encontramos con un ejemplo claro de lo que estamos denunciando:
2.3. De acuerdo con el registro que consta en la historia clínica, por considerar que no se encontraba ni psicológica ni económicamente preparada para afrontar lo que significa tener otro hijo, la accionante se dirigió a la institución privada Orientame, con el fin de solicitar la práctica de un procedimiento de interrupción voluntaria del embarazo – IVE. Sin embargo, no pudo acceder al servicio por no contar con los recursos para el efecto.
2.4. El 20 de noviembre de 2013, la accionante, para la fecha con un embarazo en edad gestacional de 17 semanas y 2 días, se dirigió a DDD IPS, institución que presta servicio ambulatorio en los niveles I, II y III, con el fin de solicitar la interrupción voluntaria del embarazo por estar en riesgo su salud emocional. La ginecóloga que la atendió ordenó la práctica de una ecografía y de exámenes de laboratorio, y la remisión de la paciente para que un profesional en psicología efectuara la valoración correspondiente. Dicha valoración, sin embargo, no pudo ser realizada ese día porque el psicólogo de la institución ya había terminado su turno.
¿Podía ser más evidente? La mujer quería abortar simple y llanamente porque no quería tener otro hijo, no existe riesgo ninguno para su vida o su salud. Sin embargo, muy seguramente en Oriéntame, le dijeron que si no podía comprarles a ellos el aborto, podía solicitarlo a la EPS aduciendo “riesgo para su salud emocional”. A los asesinos de Profamilia y Oriéntame, no les importa dejar ir el dinero siempre y cuando el crimen llegue a consumarse.
En este sentido, la frase citada por Profamilia en su publicidad, más que un testimonio, se trata de un libreto diseñado a la medida para conseguir que cualquier motivo para la realización de un aborto pueda ser autorizado bajo la causal salud. Este es el verdadero propósito de Profamilia con esa campaña: enviar el mensaje a las mujeres de que basta con decir que la mujer cree que el embarazo afectaría su salud mental para conseguir su realización.
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