En el último número de la revista británica “Journal of Medical Etthics” apareció un artículo titulado "After-birth abortion: Why should the baby live?" [Link al artículo, y Aquí traducido por Contra Babel], en el cual Francesca Minerva y Alberto Giubilini sostienen “que lo que llamamos ‘aborto post-parto’ (matar al recién nacido) debería estar permitido en los mismos casos en los que se permite el aborto, incluyendo los casos en que el recién nacido no tiene discapacidad alguna.” El artículo se puede resumir en un breve silogismo:
- El aborto es legal bajo un cierto tipo de supuestos.
- El parto no implica cambio sustancial ninguno en tales supuestos.
- Por lo tanto, la misma ley de aborto debería permitir el infanticido.
A algunos les sorprenderá, pero estoy sumamente de acuerdo con este silogismo. Más aún, les diré que tenía mis sospechas de que el artículo en realidad estuviera escrito por un pro-vida fungiendo de abortista para hacer caer en cuenta de lo que hay detrás de las leyes de aborto. De hecho, el Dr. Agustín Losada ya había escrito un artículo haciendo una exploración muy similar. En efecto, la discusión sobre el aborto ha girado en torno a la cuestión acerca de si el nasciturus es o no ser humano, y si es o no persona, y dado que el término “ser humano” nos remite a la biología, y esta responde de forma definitiva que desde el momento de la concepción existe un nuevo ser vivo de la especie homo sapiens, un ser humano, la ideología abortista se ha ido por camuflar el homicidio a través de sutilezas como disociar la “humanidad” y la “personalidad”.
En los siguientes links pueden observar el desarrollo de la noticia en los diferentes diarios alrededor del mundo:
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Es increíble que después de declaraciones semejantes, haya diarios que pasen por encima de tal propuesta para resaltar como lo más llamativo, las amenazas que los autores han recibido. Seguramente los editores de tales medios no se sintieron capaces de expresar ningún tipo de rechazo hacia la publicación. Los otros comentarios de abortistas insinúan que la publicación puede tratarse de una “parodia”, o una reducción al absurdo, por parte de autores pro-vida, para llevar al extremo y desacreditar los argumentos a favor del aborto. Yo también lo pensé así en un principio, sin embargo, según he podido leer de ambos “filósofos” , ambos tienen un buen historial como ideólogos del abortismo.
No es propio del entramado ideológico y empresarial del aborto, dar ese tipo de saltos en frente de la opinión pública. Su “modus operandi” implica que las decisiones importantes, los grandes saltos, ocurran a puerta cerrada. Por esta razón resulta extraña esta publicación, pues aunque las principales cabezas del lobby pro-aborto estén totalmente de acuerdo (No por nada Mónica Roa usó los mismos argumentos ante el Congreso), no es cosa que expresen en público, pues saben que entre el común de la gente todavía no hay suficiente “conciencia de género”.
Ahora bien, resulta que realmente estos argumentos no son nuevos, como se defendió uno de los autores, ya conocemos al “profesor muerte”, Peter Singer, y su “Proyecto Gran Simio”, apoyado por personajes como Jane Goodall y Richard Dawkins, en que propone el infanticidio al tiempo que reclama la concesión de derechos a los animales. Uno pensaría que al igual que Singer, la propuesta de estos filósofos permanecerá como un detalle desagradable que nunca llegará a la práctica. Contrario a ello, hemos de ver que la Corte Constitucional de nuestro país no comparte la repulsión que este estas tesis producen en la opinión pública mundial. En la Sentencia T-841 de 2011 dice:
(iii) Ni la sentencia C-355 de 2006 ni ninguna norma legal ha fijado límite temporal alguno para la realización de la IVE en los casos despenalizados, por lo que no hay una regla general que impida la IVE después de cierto tiempo de gestación. Esta regla general tampoco puede ser establecida por los jueces ni por ninguna otra autoridad o particular que participe en el sistema de salud. Así, la decisión sobre la realización de la IVE en una etapa de gestación cercana al nacimiento debe ser tomada en cada caso concreto mediante una ponderación de la causal de que se trate, de criterios médicos soportados en la condición física y mental particular de la mujer gestante y, en todo caso, del deseo de la misma. Como toda intervención médica, la práctica de la IVE en estas condiciones debe estar precedida de un consentimiento idóneo e informado sobre el procedimiento a realizar y sus riesgos y beneficios.
Y bajo ese argumento, la Corte ha avalado casos de aborto por “cesárea”, es decir, se ha extraído al niño vivo y sano del vientre de su madre para asesinarle después o simplemente dejarlo morir. Algo que comienza a hacerse común en otros países como Estados Unidos, Reino Unido o Australia. En el Estado de la Florida, un abortista arrestado bajo cargos de homicidio declaró “efectivamente los bebés son arrojados a la taza del baño todo tiempo y que muchas veces todavía están vivos, retorciéndose en la taza del baño”. Es inevitable que en estos momentos recuerde la discusión del PAL 6/11 en el Senado de la República. Cómo senadores como Roy Barreras afirmaban que la sentencia C-355 de 2006 sólo pretendía proteger a las mujeres, y que nunca llegaríamos a estos extremos. Pensar en las vidas que hubieran podido salvar entonces con sólo un voto.