La coalición del NO parece resquebrajarse por cuenta de las diferencias entre los candidatos respecto del mecanismo de elección. Alejandro Ordóñez e Iván Duque proponen una consulta popular el día de las elecciones al Congreso, mientras Marta Lucía Ramírez quiere, por un lado competir solo con Ordóñez para definir al candidato del Conservatismo, y que la decisión sea a través de encuestas, tal y como se hizo al interior del Centro Democrático. En medio de la discusión, ha surgido la pregunta acerca de si al menos existe un consenso entre los candidatos acerca del programa que implica la coalición, una pregunta muy conveniente a nuestro juicio, pues justamente desconfiamos de la conformidad de todos los candidatos con el rechazo del electorado a los acuerdos con las FARC el 2 de Octubre de 2016.
¿Cuáles son los puntos inamovibles frente a los acuerdos de La Habana? A modo de ejercicio reflexivo nos permitimos resaltar los elementos fundamentales que necesariamente tendrán que estar en la base del mencionado acuerdo programático, pues de no estar, implicarían un fraude a los colombianos que votaron NO al plebiscito sobre los acuerdos.
- La victoria del NO en el plebiscito implica un rechazo global a los acuerdos. A pesar de que se insistió al gobierno Santos que debía someter a consideración los puntos del acuerdo con las FARC por separado, dada la amplitud de temas y reformas planteadas, el gobierno insitió en los acuerdos representaban una unidad indivisible y no podían votarse por separado. Así pues, al pueblo se le hizo votar los acuerdos en bloque y en las urnas rechazó los acuerdos en bloque. No existe ninguna base legítima que permitiera afirmar que el rechazo de los acuerdos se concentraba en puntos específicos. El Uribismo, al pretender apropiarse de la victoria en el plebiscito y arrogarse la legitimidad para renegociar con Santos, sólo acabó legitimando la burla al resultado del plebiscito.
- Todo lo implementado a través del “Fast-track” está viciado de ilegalidad. Tanto los acuerdos mismos, como el Acto Legislativo 01 de 2016 que creaba el trámite abreviado para la implementación de los acuerdos, incluían el mecanismo de refrendación popular como parte de su vigencia. De ahí que el uso del “Fast-track” se hizo de forma ilegal. Este punto es fundamental en la coalición, pues pretender reconocer actualidad jurídica a la implementación de los acuerdos, como propone Marta Lucía Ramírez, significa renunciar de plano a cualquier reforma sobre los mismos al estar reconociendo su inclusión en la Constitución.
- Se ha de recuperar el Estado de Derecho, más no el de la Constitución de 1991. Es claro que con la excusa de la paz se ha subvertido la institucionalidad establecida en la Constitución de 1991 y se han cometido toda clase de abusos en contra del Estado de Derecho, que cabe preguntarse si la Constitución aún sigue vigente. No obstante se ha de reconocer que esta subversión e imposición ilegítima de los acuerdos con las FARC no hubiera sido posible sin la cooptación de poder en manos del ejecutivo, gracias a las redes de corrupción y clientelismo, y sin una interpretación abusiva del derecho, gracias a la escuela del Neo-Constitucionalismo que lleva más de una década instalada en la Corte Constitucional. El régimen autocratico de La Habana extiende sus raíces en las contradicciones internas de la Constitución de 1991 y se alimenta de ellas. Por eso no tiene sentido pretender volver al régimen de 1991, pues tarde o temprano terminará desembocando en lo mismo que tenemos ahora.
- La defensa de la Vida, la Familia, y la Libertad Religiosa es irrenunciable. Desde el mismo Santos para abajo, achacaron la derrota del plebiscito a la controversia por la Ideología de Género en los colegios. Más aún, aunque en su momento se achacó buena parte de la victoria en el plebiscito al voto de los protestantes evangélicos, hoy sabemos que es más el rechazo a los mismos entre la población católica, la cual probablemente fue la que más influyó en los resultados del 2 de Octubre. Por esto mismo, el rechazo de la legalización del aborto, de la eutanasia, de las uniones homosexuales, de la adopción por parejas del mismo sexo, de la imposición de la Ideología de Género en la educación, deben estar en el acuerdo programático del candidato del NO. Dejar por fuera las cuestiones morales, o asumir una postura liberal en ellos, significaría defraudar a la población que el 2 de Octubre rechazó los acuerdos con las FARC, con una candidatura que en nada se diferenciaría de la de Petro, Fajardo o Vargas Lleras, todos colaboradores de la agenda de degeneración moral.
Por lo menos, estos son los puntos que los católicos consideramos “no-negociables” en una candidatura que pretenda representar el rechazo a los acuerdos con las FARC. Por eso mismo, preocupa que no parece haber consenso entre los candidatos del NO a este respecto. Desde Voto Católico Colombia hemos defendido siempre la primacía del voto de conciencia frente al engaño del voto útil. Por lo tanto, si la candidatura que resulte de la coalición del NO no representa una opción moralmente válida, no tendremos otra salida que declararla tan inaceptable como cualquier candidatura de izquierda.
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