El Comunismo es una ideología condenada por la Iglesia Católica. Los papas León XIII, San Pío X, Pío XI y Pío XII fueron contundentes en señalar su oposición a la Fe católica y la imposibilidad de que un católico pueda participar o colaborar con organizaciones comunistas. Esto es magisterio infalible, por su confirmación en la tradición apostólica, y no pude ser abrogado. No obstante, a partir del Vaticano II, tales condenas fueron olvidadas, y si a nivel de la Santa Sede se produjo un acercamiento diplomático a los regímenes comunistas, en muchas diócesis los obispos y sacerdotes se involucraron directamente en la lucha comunista a través de la Teología de la Liberación.
Ahora, han salido a la luz tres documentos que hicieron parte de las comisiones preparatorias del Concilio Vaticano II y que fueron rápidamente descartados y olvidados al inicio de las sesiones conciliares. DE CURA ANIMARUM PRO CHRISTIANIS COMMUNISMO INFECTIS (Sobre el cuidado de las almas con respecto a los cristianos infectados con el comunismo), DE CURA ANIMARUM ET COMUNISMO (Sobre el cuidado de las almas y el comunismo), y DE LAICORUM APOSTOLATU IN AMBITIBUS MATERIALISMO, PRAESERTIM MARXISTICO, IMBUTIS (Sobre el apostolado de los laicos en ambientes empapados de materialismo, particularmente de marxismo). Los tres documentos fueron traducidos al Inglés por Matthew Cullinan Hoffman para LifeSiteNews.
Aquí puede consultar los documentos completos (En Inglés)
El mayor de los documentos, De cura animarum pro christianis communismo infectis, proponía un esquema de acción triple: contrarrestando la propaganda marxista dirigida a los católicos, combatiendo la infiltración de comunistas dentro de la Iglesia Católica, y ayudando a la Iglesia que vivía clandestinamente bajo la opresión de los regímenes comunistas. El documento denunciaba al Comunismo como una falsa religión, que simulaba una falsa idea de redención que acababa por provocar “el saqueo de la libertad del hombre… e igualmente el derrocamiento de la dignidad humana y la profanación de la vida humana, así como la eliminación de la autoridad de los padres para educar a sus hijos”.
“A la Iglesia le corresponde el derecho y el deber de luchar contra el comunismo ateo con respecto a la doctrina y con respecto a la acción o los métodos de actividad”, afirma el documento. Más tarde agrega que “una lucha espiritual contra el comunismo ateo, o ‘este invento tan lleno de errores y delirios’, debe llevarse a cabo para que los fieles cristianos puedan ser fortalecidos”.
El documento también abogó por programas para educar a los fieles con respecto a las doctrinas de la Iglesia Católica sobre la justicia social, proporcionar una contra-respuesta sistemática a la propaganda comunista y lanzar un esfuerzo evangélico para convertir a los comunistas al cristianismo. Todo esto estaría al servicio de un proyecto para cristianizar la sociedad moderna, con el esquema instando a los sacerdotes a tener “un corazón que arda para el establecimiento de un orden social cristiano”.
Es importante destacar que De cura animarum insistió en que los católicos que se involucraran en el “progresismo” y resisten la batalla de la Iglesia contra el comunismo deben ser “silenciados públicamente por la autoridad eclesiástica” y los sacerdotes culpables de los mismos deben ser “severamente amonestados, y si el caso lo amerita, castigados con sanciones”.
Sin embargo, los documentos fueron descartados en los primeros meses del Concilio cuando los obispos liberales de habla alemana, francesa y holandesa del “grupo del Rin” superaron a la mayoría conservadora y tomaron el control de las comisiones que supervisaban los documentos del concilio. Luego rechazaron la mayoría de los esquemas preparatorios que se habían emitido a los padres del concilio, reemplazándolos con esquemas que generalmente evitaban condenar los errores de la época. Los esquemas que condenan el comunismo y el marxismo nunca fueron considerados. Lo que quedó fue solo una tímida crítica del ateísmo en el documento Gaudium et Spes, con una referencia oblicua en una nota a pie de página a las condenas anteriores al comunismo por los Papas.
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