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viernes, 19 de enero de 2018

¿Llamó la Santa Sede la atención a un obispo ugandés que se oponía a la agenda LGBT?

Lilianne_Ploumen_visits_Pope_FrancisEl escándalo eclesial de esta semana: Lianne Ploumen, una ministra holandesa que además es activista radical en favor del aborto y la agenda LGBT habló en un programa de radio en su país contando que el Vaticano la había condecorado con la Orden de San Gregorio el Grande. Según ella, cuando la recibió no se dijo nada sobre su activismo en favor del aborto, pero a ella le consta que el Vaticano conoce sus actividades. De paso contó que lleva cierto tiempo haciendo cabildeo en favor de la agenda LGBT en la delegación Vaticana ante las Naciones Unidas.

De inmediato todos los ojos de la prensa sse pusieron en Roma esperando alguna reacción, pero pasaban los días y no había respuesta. La primera declaración vino del Cardenal Wilhelm Ejik, Arzobispo de Utrecht y Primado de los Países Bajos, quien dijo que la condecoración de Ploumen fue una decisión del Vaticano y que a él  en ningún momento se le consultó al respecto. Al poco tiempo, un breve pronunciamiento firmado por la subdirectora de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Paloma García Ovejero, fue enviado a la prensa diciendo que el homenaje a Ploumen “es parte de la praxis diplomática del intercambio de condecoraciones entre las delegaciones” y que “no puede ser considerada de ninguna manera un respaldo a la política a favor del aborto y control de la natalidad propugnada por la Sra. Ploumen”.

Sorprende la excusa acusada por la Santa Sede. Nunca se ha visto tal “praxis diplomática” de “intercambiar condecoraciones”. De hecho, basta con consultar el significado de la Orden de San Gregorio, que se supone es “reconocimiento a los católicos que han prestado un servicio especial a la Santa Sede”, como para creer que se le entregó a Ploumen como si fuera un mero souvenir de su visita al Vaticano. Además, se trata de una condecoración papal, cuya concesión pasa necesariamente por la aprobación del Santo Padre. Resulta así mismo inverosímil que en la Santa Sede no conocieran las actividades de Ploumen, especialmente cuando recientemente organizó un fondo global para financiar abortos en el tercer mundo, luego de que Donald Trump reactivara la política de la Ciudad de México que prohibe financiar abortos en el estranjero.

Así pues, lo único que se ha probado aquí es que Ploumen decía la verdad en aquella entrevista de radio. Por esta razón, nos ha llamado la curiosidad un episodio que ella menciona, y que quisiéramos investigar más a fondo:

Tuvimos un obispo en Uganda que se había manifestado en contra de la homosexualidad y luego el Vaticano le ha dicho: ‘mire, no estamos a favor de la práctica, pero el hombre es creado así y debemos aceptarlo de esa manera’.

Este episodio puede tener que ver con el hecho de que en 2014 Lianne Ploumen organizó un boicot que puso fin a toda ayuda internacional al país africano por la aprobación de una ley que prohibe las uniones homosexuales. El trámite de esta ley viene desde 2009 y recibió el apoyo de varios obispos de Uganda, como Mons. Charles Wamika obispo de Jinja, Mons. Augustine Salimo obispo de Sebei y Mons. Emmanuel Obbo arzobispo de Tororo. No obstante, ese mismo año, en un panel de las naciones unidas sobre discriminación contra los homosexuales, el delegado Vaticano dijo que “La Santa Sede se opone a toda discriminación injusta contra las personas homosexuales”, y aunque no mencionó a Uganda, sí fue entendido por los asistentes como un rechazo por parte del Vaticano al proyecto de ley. De hecho, de nuevo en 2014 el secretario de la conferencia episcopal ugandesa Mons. John Baptist Kauta ha dicho que la Iglesia no estaba a favor del proyecto original introducido en 2009 por los castigos impuestos a los homosexuales.

Ciertamente, no nos es posible confirmar o desmentir la afirmación de Ploumen de que el Vaticano habría llamado la atención a un obispo ugandés por oponerse a la homosexualidad. Pero al menos, los elementos de la historia, especialmente las opiniones encontradas entre varios obispos de Uganda y la delegación vaticana ante las Naciones Unidas, coinciden con lo que Ploumen afirma. Al final, el proyecte de ley fue aprobado, y muchos activistas homosexuales esperaban que el Papa Francisco lo condenara en su visita a Uganda en el 2015. No ocurrió.

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